Raphael.
Estoy molesto, tengo mis manos en puño por la ira que llevo acumulada, no puedo creer que los polluelos me traten así, como si fuera un don nadie, como si ya no fuera alguien importante, una figura de autoridad ¿Acaso he perdido mi chispa? No puedo hacerlo, ni imaginarlo, he dedicado mis décadas de inmortalidad por ellos, por todos los vampiros del hotel al cual permanecí, para hacerlo mejores personas, para que no salieran heridos o muertos en algún ataque que llegáramos a tener.
He estado solo para ellos sin dedicarse un momento que valiera para mi vida, pero al parecer ahora, después de mi tiempo encerrado por los Nephilim, todo se dio vuelta y no tengo esa autoridad, debo volverla a tener, a recuperarla como pudiera, a pesar de que deba hacer hasta lo imposible, necesito que me respeten, por lo menos estos dos polluelos. Salgo de la habitación y vuelvo a la sala, quedándome detrás de la puerta que esta media abierta, los polluelos están sentado en el sillón mirando algo en el televisión, están sentados casi muy juntos mientras ríen como si aquel programa tuviera algo divertido, ya parecen haber dominado el lugar.
— ¿Y cómo te sientes en esta casa?— pregunta Simón al chico.
Trato de olfatear el aire tratando de atrapar en mis fosas nasales aromas de los polluelos que me hiciera descifrar que está pasando, aunque solo puedo atrapar sus olor que los diferencia de los demás polluelos, Simón tiene un olor a libertad a pesar de que no lo demuestre, en cambio Fran parece tener un olor a represión a pesar de que no sea así, ambos muy distinto a pesar de tener un pensar igual o parecido.
— Parece una prisión —murmura el chico.
— No puedes mentirme, los amigos no mienten.
— Uy amigo bien que eres pesado— refunfuña el chico— está bien, te diré, me agradan los brujos pero Raphael no.
Muestro mis colmillos molesto desde mi lugar sabiendo que no me verán, Fran solo es una cría, creyendo que Camille lo ha puesto, lo ha ilusionado con una vida de lujo, mandatos y estar junto a ella, haciendo que me viera como un rival, pero la vampiro nunca le dará algo de aquello al muchacho, si tiene dos dedos de frente sabrá que el chico no es el indicado en el trabajo al cual quiere llegar, solo es un polluelo que parece no lograr nada más que ser una cría torpe como todos los demás, no llegara a ese puesto ni que se lo propusiera.
— ¿Por qué odias a Raphael?
— El no merece estar donde está, es un traidor, hasta los Nephilim saben de ello y por eso le habían capturado, debía ser asesinado de una vez por toda —musita Fran— Camille lo dijo, el es un monstruo en un cuerpo de un chico, solo quiere matarnos a todos.
— No puedes dejarte llevar por todo lo escuchas Fran, si te comportas así, como un patán jamás sabrás si en verdad Raphael es lo que tú has escuchado o no es verdad —opina Simón— si te das unos días para conocerlo descubrirás que solo quiere ser un buen jefe, a pesar de que no lo demuestra bien, porque es de poca palabra, además a permanecido cinco años encerrado, su lado de sociabilización a disminuido con eso.
Sonrío, el polluelo Simón me está defendiendo a pesar de que no lo necesito, no necesito que una persona crea en mi o le agrade como soy, pero aquel chico está tratando de convencer al otro polluelo que no soy malo y no sé porque lo hace, capaz porque ambos estamos dándonos una mano en toda la situación que está pasando, Simón me salvó y ahora yo lo estoy salvando, por esa razones el chico está haciendo aquello.
— ¿Quieres hacer un trato?— pregunta Fran— si descubrimos que Raphael nos vas a traicionar tú y yo lo vamos a matar.
— ¿Y si no lo hace?
— M-Me rendiré al puesto de segundo al mando en el clan y seré tu moco por toda la eternidad— susurra.
Sonrío de medio lado con una pizca de superioridad porque sé que no pasara, los polluelos no son tan fuerte como para poder matarme, pero están tan confiado y parece que el trato es bueno que ninguno esta dudando de hacerlo, aún no entiendo porque los polluelos, mejor dicho Fran, cree que voy a traicionar a mi raza, eso es lo peor que he escuchado en mis décadas de vida, nunca sería capaz de hacer aquello y menos a alguien que he prometido proteger de los Nephilim, si yo hago aquello, si yo soy capaz de traicionar a los polluelos, la deshonra llegara a mi vida y yo mismo me quitare la vida para no hacer sufrir más.
— Aunque tenerte como un moco no es de mi agrado, acepto el trato —dice Simón— prepárate para perder pequeño Fran, porque estoy seguro de que Raphael Santiago nunca nos podría traicionar.
Cuando los polluelos no hablaron más, me dirijo hasta mi habitación quedándose sentado en la cama, tengo que hacer algo y concentrarme hasta que se hiciera el momento a donde debo ir con Ragnor a darles una clase a los polluelos de sus entrenamientos, capaz a la noche los llevare a probar velocidad o si algo mejor se me ocurría iría por ellos.
Me acerco hasta el escritorio encontrando una pequeña rosa blanca reseca al lado de una caja con mis pertenencias que sabía estar en el hotel, comienzo a sacar de a uno, el primer libro que me había regalado mi madre, una estatua pequeña de Jesús, a quien rezo cuando necesitaba de apoyo, un llavero con candados pintados representando a mis hermanos, un regalo que me habían hecho para mi séptimo cumpleaños, los demás son cosas que he utilizado y conseguido después de la transformación, tomo la rosa con cuidado acariciándolo con las yemas de mi dedo no queriendo hacerle daño, porque es la misma rosa que he visto crecer en mi antigua casa, es un recuerdo sentimental a la cual no puedo dejar morir, aun.
Comienzo a rezar en silencio todas las oraciones que he aprendido en mi vida, mirando aquella rosa pidiendo por el bienestar del alma de mi sietes hermanos y mi madre, también pedir fuerza para todo lo que venga y así poder superar cualquier obstáculo que se me aproxime, debo sacar a los Nephilim de nuestro radar como algo principal, después sacarme de encima a los polluelos cuando ya estén entrenados, finalmente voy a decidir qué hacer con mi vida, los vampiros de Idris estarían contentos en recibirme, ya han pedido por mi antes, esta vez me recibirán con los brazos abiertos, y podrá ser más agradable que estar junto a Camille Belcourt quien se ha creado rivalidades con los otros clan. La puerta fue golpeada, al mirar por la ventana polarizada veo que el sol ya está en su punto medio, no puedo entender por qué ha pasado tan rápido el tiempo.
— Raphael, me he despertado por ti a estas horas, si no abre está puerta me iré a dormir de nuevo— dice Ragnor del otro lado bostezando.
Dejo la rosa en el escritorio y me paro para caminar hasta la puerta, abriendo y encontrando a Ragnor con su pijama juvenil que Magnus le regalo para año nuevo, su pelo esta revuelto cayendo por su cara y los ojos están casi entrecerrados por el sueño, lo dejo pasar viendo como el brujo camina hasta la cama con su bastón tirándose en ella estirándose haciendo crujir su cuerpo.
— No he dormido nada— susurra el brujo— he querido descansar pero tengo solo pesadillas.
— ¿Pesadillas?
Me siento a su lado viendo como el brujo tiene los ojos cerrados mientras sigue estirándose tanto que quiero decirle que pare porque se puede hacer daño, trato de mirar hacia otro lado cuando a Ragnor se le comienza a subir la remera dejando ver su ombligo, en tiempo pasado, muy pasados, he sentido un tipo de atracción por Ragnor, pero ahora solo me siento incómodo cuando suceden aquellos sucesos, somos amigos, nada puede pasar entre nosotros más que ser mejores amigos.
— Si, aparezco gritándole a alguien, pero no de mala manera si no como si estuviera sofocando, como si le estuviera gritando para deshacer mis sentimientos, es difícil de entenderlo.
— Solo has dormido muy poco y toda esta situación de estrés se ha liberado en tus sueños— le digo— ahora vamos, los polluelos están esperando en la sala y debemos llegar antes de que le exploten los ojos por estar tanto mirando aquella caja de luz contaminante.
— Esta bien, vamos compañero— susurra Ragnor— creo que es más porque quieres ver a Simón y no para salvarlos del televisor.
Dejo escapar un molesto refunfuño por el comentario, me paro para salir de la habitación dejando solo a mi amigo, no puedo creer que ha salido a esa ridiculez, porque ahora se me ha metido en la cabeza también.
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Al Lado Tuyo. •Saphael•
Fanfic||Saphael|| Raphael Santiago mano derecha de Camille Belcourt fue encarcelado bajo las órdenes de los Nephilim del instituto de Nueva York, bajo las órdenes de Robert Lightwood, culpándole de un error nunca había cometido. Pero lo que ellos querían...