Raphael.
Miro en silencio mientras Magnus y Ragnor se dedican a ser la voz en aquella reunión de subterráneos, todos hablando con respeto para frenar a personas que debían respetar por obligación y aunque quisiera participar no estoy del todo en aquella charla, estoy preocupado por Fran quien aún parece no recuperarse en aquel sillón y Simón que se ha dedicado a huir a una parte del hogar, haciendo dar un impulso de querer ir detrás de él y buscarlo como se debe, tengo que tenerlo bajo mi vista por seguridad y lo peor de todo es que la chica licántropo ha desaparecido también, la perdí de vista y estoy preocupado porque fuera a parar detrás del polluelo, lo que menos quiero es tener más personas cerca de aquel círculo de problemas y dónde el principal víctima era Lewis.
— Con su permiso.
Me levanto y camino hacia el sillón donde Fran parecía no querer moverse, lo miro desde arriba sin demostrar la preocupación que tengo encima, está herido, no profundamente, por heridas de espada serafines y yo no había podido hacer nada para cuidarlo, ya que me fui de misión a ciega para poder salvar la vida del otro polluelo, jamás me había pasado poner una vida de un polluelo por encima de otra y ahora lo estuve haciendo, no se siente nada bien y me mantiene un poco confundido, con Simón había sido todo rápido, le propuse que fuera mi mano derecha lo cual nunca hice y ahora esto ¿Qué tenía Simón que me estaba poniendo así?
— ¿Cómo te sientes?
— No sabía que dolían tanto aquellas espadas, es como un ardor en el cuerpo que va disminuyendo de a poco pero no en su totalidad— me dice Fran— pero sigo vivo, y Simón está aquí también vivo, eso es lo que importa.
Me siento orgulloso, no puedo negarlo, odiarlo hace bien pero sentirme orgulloso de algo que estoy trabajando para hacerlo un verdadero vampiro, es mejor.
— Unos centímetros más y ahora solo serías historia polluelo, así que si, se feliz con tu nueva oportunidad de vida y con el pensamiento de que salvaste a dos brujas importantes para este grupo familiar, Magnus y Ragnor como yo estamos agradecidos.
Veo una diminuta sonrisa en el chico por su palabra, juro que el chico me odia pero ahora puedo sentir sus emociones de felicidad a ser halagado y felicitado por sus actos, capaz Fran no es tan malo y arrogante como pensaba, capaz, solo capaz necesitaba más muestras de confianza y felicitaciones por sus actos, y yo como su entrenador debía ver eso para construir su persona. Le doy una palmada en su cabeza como muestra de afecto y orgullo y camino hacia la cocina donde puedo suponer que Simón esta, es tan irritante aquello que estaba pasando, se los pasos del polluelo como algo mecánico, es como si algo invisibles me llevará como una soga hasta el polluelo, tengo que parar aquello antes de que comience a ser más irritante.
— ¿Te piensas quedar todo el día aquí escondido?
Observo cómo Simón vuelve la mirada, ya que está dándome la espalda, su mirada y su ser reflejaba todo, sus ojos y su olor emanan preocupación y tristeza, aquello me tiene lo bastante preocupado porque parece estar cayéndose en un pozo por sí solo, se siente inseguro y todo a su alrededor se lo refleja, se lo recuerda y lo hacen sentir acorralado en su propias penurias, Simón es un chico depresivo que no sabe qué camino tomar, porque está perdido, y no lo veo poder aferrarse a nadie para salir de ahí. No puedo creer que siga aceptando como mi mano derecha a una persona así. Es que siento que será una buena ayuda en el futuro.
— Simón.
— Solo quiero estar solo ¿No puedo estarlo? soy tu mano derecha, no pensé que después de eso tendría que pedirte permiso para cada acción que haga.
Me sorprendo por su respuesta, la verdad que lo hago y asiento ¿Qué ha pasado? Sus pensamientos lo están destruyendo y por primera vez no sé qué hacer, es un adolescente de esta modernidad no sé qué camino seguir para traerlo de nuevo a esta vida. Necesitaré ayuda de Ragnor, una ayuda extra ¿Quien ha sido capaz destruir su autoestima así? asiento un poco sorprendido.
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Al Lado Tuyo. •Saphael•
Fanfic||Saphael|| Raphael Santiago mano derecha de Camille Belcourt fue encarcelado bajo las órdenes de los Nephilim del instituto de Nueva York, bajo las órdenes de Robert Lightwood, culpándole de un error nunca había cometido. Pero lo que ellos querían...