VII. Sahar

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«Seguro que todo esto de los malditos títulos ha sido idea de Mainar»

—¿De qué clase de rastro mágico estamos hablando? —pregunté intentando reencaminar la reunión.

La intervención de los gemelos de Ares (sí, técnicamente son mis tíos y aparentan mi edad, por favor no lo comentéis) me había sorprendido considerablemente. Hacía mucho tiempo que no decidían participar en algún tema serio de Olimpo. Hasta el momento yo solo les había visto un par de veces y siempre era en reuniones de tema festivo.

—Lugares donde la magia está presente y que los mortales no pueden encontrar, como la isla donde vives —Zeus fruncía el ceño como si no estuviera seguro de cómo explicarlo. Menudo panorama...

—No tienes ni idea de lo que estás hablando —comentó Atenea por lo bajo, aunque todos la escuchamos.

El padre de los dioses se giró con gesto ofendido.

—¿Prefieres contarlo tú? Ya que lo sabes todo —efectivamente, estaba teniendo una rabieta pero todos teníamos que contener la risa ante la escena si apreciábamos nuestras vidas.

—De hecho, sí, prefiero explicarlo yo —Atenea nunca había soportado la idea de que cuestionaran sus capacidades y aceptó el desafío sin amedrentarse.

Zeus refunfuñó un poco y se cruzó de brazos. A sus lados Poseidón y Hades no pudieron aguantarlo más y empezaron a reírse hasta llorar.
La diosa de la sabiduría, Atenea, esperó pacientemente hasta que los dos hermanos se calmaron y comenzó su propia explicación.

—¿Conocéis el concepto de la líneas ley? —preguntó haciendo para mí más claro por dónde iban los tiros.

Vi que todos iban a decir que no, así que me adelanté. Tenía el concepto bastante estudiado.

—Se refiere a puntos del planeta de gran importancia histórica o geográfica —respondí segura—. Pero viendo el tema que nos ocupa, imagino que os referireis a los puntos de gran actividad mágica que hay esparcidos por el mundo.

—Mi pequeña siempre ha sido tan inteligente —comentó Apolo con nostalgia. Yo prefería morirme antes de explicarles a Pandora y Gabriel por qué lo decía. Ambos se habían girado a mirarme inquisitoriamente al mismo tiempo.

—Está aumentando la actividad mágica en algunos de esos lugares —continuó la diosa dándome a entender que mi respuesta había sido acertada—, y creemos que puede estar relacionado con la desaparición de tu madre, de Hécate —se corrigió para quedar más formalmente.

—Necesitamos que busquéis a la diosa y calméis la actividad mágica de esas zonas —intervino Hermes, dios mensajero. Nunca me había caído demasiado mal: había sido uno de los dioses que menos me había molestado.

—Solo hay un inconveniente —dijo Poseidón, llamando nuestra atención.

—¿Más? —pregunté irónicamente, ganándome una mirada de reproche por parte de casi todo los presentes. Apolo se limitó a levantar los pulgares de ambas manos en gesto de aprobación.

—La mayoría de estos puntos de actividad —continuó el dios del mar como si no hubiera ocurrido nada—. Se encuentran en pequeñas islas en medio del océano. Lo que significa que estaréis en mi territorio —los ojos del Poseidón se oscurecieron como el mar durante una tormenta—. Os protegeré todo lo que pueda pero no prometo demasiado: esas aguas están infestadas de piratas.

Pandora se removió incómoda a mi lado.

A lo largo de mi vida me había enfrentado a muchas cosas pero nunca a piratas. No sabía qué esperar.

Antorchas CruzadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora