Ese mayordomo, enamorado.

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Desperté como de costumbre, era una mañana húmeda y fresca, era un día agradable, esto significaba que estaba llegando el invierno, esto me pone algo contenta. Recordé lo sucedido ayer, recordé aquel Sebastian comprensible, aquel que me brindo tan cómodo abrazo. Ay Claude! 365 días, 24 horas, 86400 segundos, 8 planetas, 204 países, 5 continentes, más de 7.000.000.000 personas y me gustas tan solo tú.

Nadie escoge su amor, nadie escoge el momento, ni el sitio, ni la edad, ni la a persona....tan solo cae en el tormento que llamamos ''amor''. Me preparé y me desplacé hacía la cocina. Ahí se encontraba Sebastian organizando los cubiertos de plata y cocinando lo que supongo que sería el desayuno.

Me acerqué a la mesa y esté deposito un plato con unos apetitosos omelettes franceses.

-Sebastian, ¿Por qué esté acto? ~pregunté sonriente.

-Solo estoy de buenas..~dijo devolviéndome la sonrisa.

-Gracias..en serio.~ esté me miro confundido.

-¿Por qué gracias?~ preguntó.

-Por entenderme y comprender lo que siento por Claude, incluyendo el omelette. ~ noté algo de tristeza en su mirada, al parecer no está tan convencido.

-Mm..sí, haría cualquier cosa para que te hiciera feliz, somos amigos ¿no? ~ dijo decidido, aunque lanzó una mirada que me dejo tan confundida, esté al decir amigos, realzo un poco su voz como si no estuviera seguro. Al parecer duda de nuestra amistad...

-Vamos Sebastian.. claro que eres mi amigo ~ esté solo asintió.

-Prueba tus omelettes antes que se enfríen ~ dijo esto observándome comer.

-Wow! que omelettes tan exquisitos haz preparado ~ dije comiendo como loca.

Esté ha sido el mejor desayuno que he comido en mi vida, ni mi madre, que en paz descanse preparaba tan buenos desayunos. Sebastian me daba esa seguridad que nadie más me la pudiera haber dado, ni Claude. Claude me provocaba comodidad pero a la vez inseguridad, no estoy segura de que el sienta lo mismo que yo.

-Déjame tú plato para lavarlo ~ dijo sacándome de mis pensamientos.

-¿Ah?..no..no!, Sebastian yo puedo lavarlos,  como mínimo. ~ dije perdida.

-Está mañana esta sumamente perdida, ¿sucede algo?~ preguntó preocupado. 

-Bueno... esta vez aceptaré tú oferta, solo porque tienes razón, gracias. ~ le dije sonriendo.

Narra Sebastian:
Esa sonrisa que me mata, esa sonrisa que solamente me la puede dar ella, ¿qué clase de maldición es esta? ¿Un amor no correspondido? ¿Qué debo hacer para que ella me corresponda?   Lo que más me tienen inquieto que si aún no me quiere como yo la quiero a ella, cuando le cuente sobre mi verdadera naturaleza, se espantara y se alejara más de mi. Me siento como si estuviera esperando algo que no va a suceder. Yo sabía que ella no me quería, a pesar de eso aún no dejo de emocionarme cada vez que la veo sonreír. Quisiera que me amaras con la misma intensidad con la que me demuestra que lo nuestro es solamente amistad. Fui a atender los pedidos de mi amo y me retiré a mi alcoba. Vaya, que es triste amar con el alma y la vida, y que aquella persona solamente te llama amigo.

Narra (tn):
Estaba descansando en mi habitación, extrañaba de una manera indescriptible a Claude. Quería verlo, quería saber por qué estaba tan cercano con Hannah. Porque estúpida (tn), solo piensas y piensas. Cálmate un rato. Necesitaba pedirle permiso a Ciel para salir a visitar a Alois y a Claude.

Iba por los pasillos y escuché murmullos, solo me alejé de ahí, no me gusta ser intro metida en asuntos que no me incumben. Me dirigí a ma habitación de Ciel, toqué la puerta y me abrió Sebastian. Esté abrió los ojos estaba sorprendido que yo fuera a los aposentos de Ciel.

Sí, tenemos sentimientos. (Sebastian y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora