Taza de café

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Mi corazón no dejaba de latir rápidamente desde aquel pensamiento. ¿Realmente estaba considerando...el llegar a tener algo más con Alejandra? No, no, no, imposible. Además no sabía siquiera si le gustaban las chicas.

¡Y era algo que no debía importarme!

Menos ahora que debía arreglar las cosas con Leo. Leo, Leo, Leo, aquello debía ser lo único en mis pensamientos, nada más.

- ¿Sueles quedarte así de pensativa y sonrojada siempre? - preguntó mirándome con una sonrisa burlona y su típico gesto de la ceja alzada. ¿En qué momento nos sentamos y nos entregaron la carta?

- L-lo siento...solo, este día ha sido un poco complicado - reí escondiendo enseguida mi rostro en la carta, empezaba a sentirme nerviosa y de seguro mi rostro tenía el color semejante a un tomate.

- ¿Que sea así tiene que ver con el chico de la cosa complicada? ¿O algo con el trabajo? - me incorpore para poder mirarla - Quiero decir, no debes decírmelo, estás en tu derecho de reservártelo. Sin embargo lo pregunto
porque a diferencia de la primera noche ayer no abrió la puerta para ti - agregó después de bajar la vista y seguir ojeando la carta.

¿Acaso me espiaba? ¿Y por qué eso hacía a mi corazón llenarse de emoción? Realmente algo estaba mal conmigo. Pero ¿Por qué no sincerarme con ella? Es mi jefa y seguramente le de igual, solo quiere dar un tema de conversación. Así podría preguntar aquello que me intrigaba tanto.

- Si, bueno...discutimos, después de bastante tiempo...y bueno, no estoy acostumbrada a ello.

- Entiendo - volvió a mirarme - Perdona si es un tema incómodo para ti.

- No, no, está bien, de hecho de alguna forma te lo agradezco. No tengo a nadie con quien hablar al respecto, después de salir de la universidad me dedique al trabajo y descuide mis amistades, hasta el punto de que se esfumaron - bravo, bravo Melisa. Contándole tu triste vida casualmente a tu jefa.

- Bueno, suele ser así. Ahora entiendo el porqué de tu eficiencia, los demás se descuidan mucho por andar chateando o por ir a alguna fiesta la noche anterior - rió - Lo cual no está mal ¿sabes? Con el chico de la cosa complicada... ¿no solías ir a alguna fiesta? Aun eres joven, no estaría mal salir y divertirte un rato Mel.

Mel, Mel, Mel. ¡Joder! ¿Porque aquel "apodo" sonaba tan bien saliendo de sus labios?

- No...Solíamos solo salir a comer, cosas simples. O ya sabes, ver películas en casa.

- Dime que era con pizza, o sino no valdría la pena - rió, ella sabía bien lo que era una tarde de películas.

- ¡Claro que era con pizza! Si quería palomitas bien podíamos ir al cine ¿no?

- Exacto, ¡al fin alguien que me entiende! - respondió con una gran sonrisa - La pizza es tan buena que no me cansare de comerla.

- Ni yo - reímos juntas, parecíamos dos niñas hablando de algo que nos gustaba mucho.

Y me encantaba.

Y de nuevo mi corazón se sintió cálido escuchando su risa, viendo sus ojos achicarse un poco mientras negaba con la cabeza.

Una misteriosa pero impecable luz radiante la rodeaba.

El rato que pasamos almorzando fue lo más divertido del mundo, no me había reído tanto con una chica desde hace mucho. Lastimosamente ese tiempo se acabó y tuvimos que volver al trabajo, habrá otra cosa mejor que estar trabajando, claro que sí, sin duda alguna verla sonreír, espera, ¿¡que estoy diciendo!? Cada vez estoy más loca. Durante toda la tarde, todo fue más papeles y firmas, gracias a lo responsable que soy pude terminarlo a tiempo para así no salir tarde y solucionar lo más rápido posible todo con Leo.

¡¡No me gustan las mujeres!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora