Me había despertado confusa, bastante extrañada realmente, con mis mejillas calientes seguramente sonrojadas y no solo por haber dormido.
Había soñado con mi jefa.
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Sacudí mi cabeza mirando de nuevo a Leo que seguía dormido, sin embargo girado hacia mí. Entonces la pregunta más evidente cruzó mi cabeza. ¿Por qué había soñado con ella? No había sido un sueño en el que se recalcara su seriedad o donde me regañara.
No.
En cambio, fue uno donde imaginé que sonreía, tan cálidamente que parecía irreal, sus ojos algo achicados sin dejar de iluminarme.
Y parecía irreal porque lo era.
No conocía para nada a mi superior, así que no debía juzgarla, posiblemente si sonreía de esa manera, reía y era bastante amistosa, pero no en el ámbito laboral y yo era parte de ese "ámbito". Yo era su empleada, no su amiga, ni mucho menos algo más.
Espera... ¿qué?
Me sorprendí al pensar en ello, claro que no seriamos nada más. Me di cuenta poco después que había estado pensando en ella casi 30 minutos, lo sabía ya que era lo que faltaba para que sonara la alarma que ahora hacia un sonido molesto y chillón, haciéndome quedar un rato quieta tratando de reaccionar, para después apagarla y mirar a Leo quien me miraba con una sonrisa.
-Buenos días amor - dijo con la voz un poco más ronca de lo normal, atrayéndome hacia él para obtener calor corporal - ¿Tuviste un mal sueño? - besó mi frente haciendo que cerrase los ojos y una sonrisa inconsciente se pasara por mis labios.
-No amor - solté una risa - ¿por qué lo preguntas?
-Teniendo en cuenta que eres mi pequeña osa perezosa y que incluso cuando suena esa molesta alarma no te levantas, supuse que habías tenido una pesadilla o algo por el estilo.
No fue para nada una pesadilla, pensé
Y ante eso, un escalofrió paso por mi espina dorsal y luego por todo mi cuerpo, ¿por qué mi corazón se sintió cálido al recordar su sonrisa? Esa pregunta quedo rondando en mi cabeza, haciendo que me acercara más a Leo, dejando mi nariz a la altura de su cuello, recordándome que el calor que sentía era por él, que la sonrisa que alegraba mis días era la suya, que ese exquisito olor que tenía, incluso, sin aplicarse perfume era de él, que la persona a la que amaba con locura era él. Porque era él quien se preocupaba de cosas tan pequeñas como una pesadilla.
-Solo quería ser yo la que, al menos por ésta vez, te levantara con muchos besitos por todo el rostro - hice un pequeño puchero aunque sabía que no podía verme. Y en parte no mentía, porque Leo me despertaba de esa manera, haciéndome reír y estar con energía casi al instante.
Leo empezó a reír, contagiándome, y recordándome lo mucho que amaba esa hermosa melodía. Había tantas cosas que amaba de él, todo para ser exactos, pero su risa, realmente estaba en un puesto alto.
-Si quieres me hago el dormido y lo intentas de nuevo - se quedó callado por unos segundos - O mejor no, después te quedas embobada con mi encanto y se nos hace tarde - rió, aún más cuando le di un golpe muy fuerte y me salí de la cama.
-Idiota - dije, para nada con un tono serio cabe aclarar.
-¿Te he dicho lo hermosa que eres amor? - pregunto apoyando la cabeza en su mano, sosteniéndose con el codo sobre la almohada. Se veía demasiado sexy de esas maneras.
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¡¡No me gustan las mujeres!!
Novela JuvenilMelisa, una joven con una vida común y corriente llega a trabajar en una empresa bastante conocida, en donde busca desempeñar adecuadamente sus estudios, su empresa soñada. Su vida siendo rutinaria pero definitivamente no aburrida gracias a su prome...