-Pasa algo señorita Shedffield? - esa voz me hizo estremecer, haciendo que detuviese mi mano y por reflejo levantarme bruscamente, golpeando mi cabeza con el escritorio.
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Mierda, mierda y más mierda. Repetía en mis adentros en lo que salía de debajo del escritorio, sosteniendo mi cabeza realmente adolorida.
-L-lo siento - me excuse haciendo una corta reverencia sin dejar de sostener mi cabeza, dolía horrores, no quería ponerme paranoica sacando teorías de que seguramente me saldría una especie de tumor más grande que mi puño a causa de lo fuerte que me había golpeado. Reí para mis adentros por lo estúpidas que podían ser mis ideas.
-No se disculpe, ¿está bien? - Levante un poco la cabeza, así encontrándome una expresión preocupada en su rostro, aun así no dejaba de verse bastante sexy. No me moleste en alejar aquella idea.
-S-si... supongo - seque algunas lágrimas que amenazaban con dejarme en ridículo frente a mi superior, pero realmente tenía ganas de lloriquear, tanto por el dolor como por la vergüenza.
Tal vez más por la vergüenza, pero es que no era para menos, solo era mi segundo día y ya estaba cuando grandes problemas. Esta no sería para nada mi semana, eso es seguro.
-Ese supongo no me convence - se acercó a mi tomándome de los hombros y llevándome hasta el pequeño sofá que tenía allí, no podía negar que me puse un poco nerviosa ante su tacto, sin embargo no pude explicar el porqué, a lo mejor, y lo que quería creer, era por la escena tan tonta que acababa de crear - Llamare a la enfermera, solo para asegurarnos, ¿bien?
Asentí, incapaz de decir algo, por lo pensativa que me encontraba ante mis nuevos ilógicos pensamientos. Cuando pude "reaccionar", ella ya no se encontraba en la oficina.
Tiene una linda figura. Fue mi primer pensamiento al verla de cuerpo completo, claro, dejando de lado mis ganas de que la tierra me tragara ahí mismo de lado. Claramente me golpee mentalmente por ello, pues sentía miedo por abrirme más la herida que seguro tenía en el cráneo. ¿Cómo pude reírme en el pasado de las personas que se golpeaban tan fuerte? y masen la cara o la cabeza. Sentí pesar por todas ellas.
Gracias a Dios no tardo mucho, aunque no sé qué era peor. Quedarme viéndola como tonta o imaginármela con la misma estupidez. Realmente no entendía que me pasaba, el golpe realmente me había vuelto más tonta de lo que ya era, haciéndome pensar de aquella manera.
Sin embargo recordé el sueño y la necesidad de tocar sus piernas. Todo ello había sido antes del golpe en mi cabeza.
-Está bien - dijo la enfermera sacándome de mi ensoñación, si quiera recordaba el momento en que habían vuelto - Ven conmigo, tendré que ponerte un poco de alcohol en la pequeña herida, solo para precaver cualquier tipo de posible infección.
-Bien... - suspire colocándome de pie.
-¿Necesitara incapacidad? Podría firmarla de una vez.
No estoy segura si se escuchaba preocupada o desesperada por que saliera de allí lo más rápido posible, lo cual no estaría bien pues sería mi récord personal si llegaba a fastidiarla siendo apenas mi segundo día. También porque nunca tuve problemas con mis anteriores jefes, en cambio era yo quien renunciaba.
-No, no es necesario, solo que trate de no correr ya que podría tener algún mareo por el golpe, oh si, también evitar golpearse con un escritorio - rió, apostaría a que mis mejillas se tornaron algo sonrosadas.
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¡¡No me gustan las mujeres!!
Roman pour AdolescentsMelisa, una joven con una vida común y corriente llega a trabajar en una empresa bastante conocida, en donde busca desempeñar adecuadamente sus estudios, su empresa soñada. Su vida siendo rutinaria pero definitivamente no aburrida gracias a su prome...