Reunión a la francesa

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El camino hacia el restaurante fue bastante largo pues quedaba a las afueras de la ciudad. La fachada era preciosa, grandes ventanales y una apariencia rustica pero elegante, las arboles que se encontraban detrás de este y parte de sus costados solo lo mejoraba, letras grandes y cursivas elevándose en la entrada, Tramonti se leía claramente.

Parqueó el auto y rápidamente ojeo su apariencia en el espejo retrovisor, retocando su labial para después salir del vehículo, siendo ésta mi señal para hacer lo mismo, olvidando por un mili segundo lo que había pasado en mi pie, hasta que lo apoyé y el dolor recorrió toda mi pierna, siendo más fuerte que antes, llegando a preocuparme un poco. Sin embargo, no pude perder tiempo pensando en ello, Alejandra ya iba casi a la entrada del lugar, mirando hacia tras con las llaves del auto en la mano dándome a entender que necesitaba bloquear las puertas.

Sin opción alternativa me levante rápidamente, tomando mi bolso y libreta en mano, cerrando la puerta y comenzando a caminar con cuidado, escuchando como el auto se bloqueaba tras de mí.

-Son unos posibles inversionistas, vienen de Francia – habló en cuanto llegué junto a ella, retomando el camino hacia el lugar – están interesados en trabajar con nosotros así que debemos dar la mejor impresión. He tenido una reunión con ellos antes, sin embargo solo para dar información sobre nuestra empresa.

Asiento a todo lo que va diciendo a pesar de que soy consciente que no está mirando en mi dirección.

Dentro del restaurante, una mesera con sonrisa amable nos lleva a una sala reservada, al entrar ya se encontraban un grupo de personas con trajes formales e impecables. Hablando en, lo que supuse era francés, sin darse cuenta aun de nuestra presencia.

-Bonsoir (Buenas tardes) - saludó Alejandra, haciendo que las miradas de los presentes se dirigiesen a nosotras.

-Un plaisir de vous revoir, Alejandra (Un placer volverte a ver, Alejandra) - contestó un hombre mayor, su voz profunda y postura profesional, acercándose para estrechar la mano de Alejandra y la mía.

-Asseyons-nous, j'ai hâte de vous faire connaître les avantages de nous choisir (Tomemos asiento, estoy ansiosa por darles a conocer los beneficios de escogernos) - dijo Alejandra, su pronunciación siendo seguramente perfecta, apuntando hacia las sillas, supongo que pidiendo tomaran asiento.

En cuanto todos estuvimos en nuestro lugar, la misma mesera que nos había llevado a la mesa nos entregó cartas forradas en una especie de cuero vino tinto, el nombre del lugar bordado con hilo dorado. Toda la comida se leía deliciosa y los precios la justificaban, me di cuenta que era un restaurante de comida Europea.

Todos pidieron y al momento siguieron hablando animadamente, Alejandra contestando con fluidez, haciéndome sentir cohibida al no entender nada, sin embargo, no me preocupaba mucho pues se notaba que aún no hablaban estrictamente de trabajo.

Unos 30 minutos más tarde, teníamos la comida humeando sobre la mesa, el delicioso olor inundando la pequeña sala reservada, yo había pedido un Khorovats, que consistía en pinchos de barbacoa con carne de cordero y verduras, realmente delicioso.

La comida fue un poco silenciosa, solo el sonido de los cubiertos y comentarios vagos sobre, de nuevo suponiendo, lo deliciosa que se encontraba la comida, o bien miradas preguntando si deseaba más vino. Alejandra mencionó que el hombre mayor, cual nombre era Belmont Ansaldi, deseaba que probáramos uno de los postres típicos franceses que ofrecían allí, así que respondí afirmativamente, podía comer un poco más.

¡Y que delicia! Mis papilas gustativas se encontraban agradecidas por la deliciosa comida que me llevaba a la boca aquella tarde. El Clafoutis de cereza estaba delicioso, las cerezas horneadas casi derritiéndose en mi boca y el Monbazillac simplemente dando el toque perfecto.

¡¡No me gustan las mujeres!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora