Alejandra se levantó después de besarme la frente para ir a la cocina, volviendo con un bol lleno de maíz con sal y dos vasos con gaseosa. Vimos la película que, en realidad estaba bastante interesante, mientras compartíamos el maíz y risas. Y algún que otro beso. Como si hace unos minutos no nos hubiésemos gritado como un matrimonio en crisis.
El tiempo pasó demasiado rápido y empezó a atardecer, rápidamente Alejandra fue a arreglar todo para pasar un buen rato en el jacuzzi, apenas abandonó la sala me sentí bastante nerviosa he de admitir. Hace mucho que no usaba algún traje de baño y últimamente no me cuidaba mucho, comía bastantes cosas que se me antojaban por la madrugada y hasta comprobé que había subido de peso cuando saque la vieja pesa que mi madre me había comprado -según ella para cuidarme porque en ese tiempo comencé a salir con Leo y decía que si no me cuidaba el me dejaría por estar gorda, las madres son las personas más paranoicas del universo, y a veces las más crueles. Me di cuenta que Leo no era ese tipo de chico, pero en la Universidad llegué a ponerme un poco paranoica con ello a causa de mi madre- subí unos 4 kilos y eso era preocupante para mí, no se en que momento empecé a ver novelas mientras comía comida chatarra aprovechando mi incapacidad.
Estaba más que segura que iba a pasar mi peso promedio si seguía de aquella manera, Leo no ayudaba de mucho consintiéndome tanto comprándome mis dulces favoritos convirtiéndose en mi mejor cómplice saliendo a veces muy tarde de casa para comprármelos en el mercado 24 horas que quedaba a la vuelta de la esquina, consiguiéndome cualquier capricho dulce. El realmente no era bueno para mi salud.
Luego nos acostábamos en la cama para disfrutarlos, Leo es un ser poderoso que a pesar de comer lo mismo que yo se encontraba en forma y no había subido ni un kilo –hasta donde sabia- , la vida a veces es cruel con personas que no lo merecen.
No sé cuánto tiempo me quedé pensando, pues no había notado que Alejandra me llamaba quien sabe hace cuánto. Me levanté rápidamente y fui a la habitación principal o mejor conocida como el apartamento.
-¿En qué tanto piensas? , llevó llamándote varios minutos – me dijo con molestia fingida.
-Perdón mamá, solo pensaba en lo bien que se sentiría el jacuzzi - respondí distraídamente caminando junto a ella.
-Que bien porque ya está burbujeando y a temperatura perfecta, ¿te parece si vas a cambiarte en lo que traigo algunas cosas? Estoy ansiosa por ver tu traje de baño.
Asentí no muy convencida, la inseguridad volviendo a mí. Vi como salía del "apartamento", supongo dirigiéndose a la cocina y también a cambiarse. Así que tratando de dispersar los pequeños nervios, busqué la bolsa donde se encontraba mi traje de baño y entré al baño.
Que por cierto ¡Que baño más impresionante! El baño de mi casa no era súper pequeño o algo por el estilo, pero definitivamente no se comparaba a aquello. Lavamanos de dos puestos frente a un gran e iluminado espejo, una tina que podría confundirse con una piscina (tal vez exagero un poco) y una ducha también bastante amplia totalmente de cristal y ese gran equipo de regaderas que sin duda te mojaban desde todos los ángulos. Pero siendo sincera ¿realmente esperaba menos? La cabaña de por si era realmente impresionante. Sin pensarlo mucho más, me cambie rápidamente mirándome en el espejo al terminar, al ser tan amplio podía ver hasta un poco más abajo de mis caderas y...definitivamente necesitaba hacer ejercicio.
Desde joven siempre fui de contextura delgada así que para mí era difícil asimilar que lo que comía comenzaba a formar una pancita o iba a mi espalda baja o caderas. Por ello mamá me decía tanto sobre cuidarme, pero a Leo no parecía importarle, y entonces aquello solo pasó a segundo plano.
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¡¡No me gustan las mujeres!!
Teen FictionMelisa, una joven con una vida común y corriente llega a trabajar en una empresa bastante conocida, en donde busca desempeñar adecuadamente sus estudios, su empresa soñada. Su vida siendo rutinaria pero definitivamente no aburrida gracias a su prome...