Despido

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Después de aquello, Leo no preguntó nada al respecto, sabía que aun dudaba sobre mi comportamiento pero no preguntaría más al verme de aquella manera. Dejé que me abrazara mientras me decía que todo estaría bien y que tratara de relajarme ese fin de semana, que él se encargaría de hacerme sentir en paz y animada. Solo pude asentir con una pequeña sonrisa que, podría apostar, parecía más una mueca de incomodidad.

Esa noche pedimos arroz chino para cenar y vimos algunos capítulos de American Horror History para después ir a dormir. La tensión aquel día como el domingo al despertar y alistar las cosas para el campamento era obvia, a pesar de que Leo trató de portarse igual de atento, podía ver las miles de preguntas e inseguridades en sus ojos.

¿Cómo reaccionaría al momento de contarle todo? ¿De desahogar todos mis pensamientos y acciones? ¿Cuándo le explicara que ya no sentía lo mismo? Esas preguntas me atormentaron una y otra vez durante todo el trayecto hacia la montaña donde acamparíamos.

El lugar sin duda alguna era precioso, toda la ciudad se podía apreciar de punta a punta, el clima era bastante agradable y el único sonido era el de nuestras voces, las cosas que arreglábamos y el viento meciendo las hojas de la gran variedad de arboleda a nuestro alrededor. Escuchamos música, paseamos por la montaña, leímos un rato dentro de la carpa para después tomar una siesta y al despertar, poder apreciar la ciudad iluminada mientras comíamos malvaviscos con chocolate y galletas y un delicioso té caliente que habíamos comprado en el camino.

Había llegado la hora de volver tan rápido como todo el fin de semana, así que recogimos todo, asegurándonos de apagar correctamente el fuego. Yo solo pude pensar nerviosamente en el día siguiente, en que vería a Alejandra, en el beso, en las dudas y preguntas, inseguridades, en Leo, en mi trabajo, en mi futuro incierto y todo aquello hasta que el sueño fue más grande que mis preocupaciones.

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Afortunadamente fui la primera en despertar. No quería causarle más angustias a Leo así que me alisté lo más rápido posible y bajé para preparar el desayuno para ambos, decidiéndome por un traje muy cómodo, lo suficiente como para aceptar un "Estás despedida" e irme cómodamente a una cafetería y ahogarme en tazas de café y periódico buscando un nuevo empleo que se igualara al actual.

Dejé sobre la mesa el desayuno de Leo, el cual se basaba en huevos batidos con salchicha, chocolate y pan francés, su favorito. Tomé mi bolso junto con un montón de papeles que había traído de la oficina para adelantar trabajo, que por cierto no hice.

Salí más temprano que de costumbre, aunque no estaba preparada para lo que iba a pasar más adelante, tampoco quería quedarme más tiempo encerrada en casa, decidid a tomar un autobús está vez ¿Qué tan lleno podría estar a esta hora? No estaría de más no ir en taxi solo por hoy, invertiría ese dinero en el montón de café que tomaría después. Lastimosamente todos tuvieron la misma idea del autobús, estaba demasiado lleno, incluso habían vendedores ambulantes ofreciendo de todo, seguro la cura del cáncer también la traían en su maleta. Si el plan era despejarme, fue un plan totalmente fallido, solo me sentí más ahogada y todo gracias a él montón de gente que se encontraba rodeándome, algunos hablando por teléfono demasiado fuerte, niños llorando porque no querían ir a estudiar, y como no, los vendedores ambulantes, gracias, pero no quiero comprar gomitas a las 6 de la mañana.

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¡¡No me gustan las mujeres!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora