Capítulo 1 - Tatuaje

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El cansancio me pesa sobre los hombros y tengo miedo de dormirme aquí sobre el mostrador. Apenas dormí anoche y no he comido nada desde el desayuno, desde que Isaac desapareció Scott es el que viene a traerme la comida, pero no he sabido de él.

  —¿Estás segura de que estás bien? No has comido nada ni tampoco has descansado —pregunta el señor Alfredo, mi jefe, un hombre de aspecto afable que todavía conserva su acento italiano.

  —Estoy bien siempre y cuando me pague la hora del almuerzo —bromeo y él ríe asintiendo.

  —Por supuesto, Lyanna —responde riendo—. ¿Isaac no ha venido?

  —No desde hace mucho. Está ocupado —murmuro.

  —Yo nunca estuve ocupado para llevarle la comida a mi esposa cuando estábamos saliendo —replica con desaprobación.

  —Okay, Isaac no es mi novio —aclaro.

  —Menos mal ¡No se lo merece! —vocifera y en el ademán golpea un estante de discos con su bastón, trata de tantear lo que tumbó avergonzado. Me apresuro a ir a su lado y ayudarlo.

Entra a su oficina sin decir palabra, obviamente apenado. Sé que es duro para él, su hijo dice que no es el mismo desde que perdió la vista a los cuarenta años cuando la sala de proyecciones se quemó con él adentro. Solía trabajar en el cinema de su pueblo, cuando las películas aún eran inflamables, y un día reproduciendo una película, la máquina comenzó a quemarse, Alfredo no logró apagar el fuego a tiempo, el calor terminó por unir sus párpados. Él, su esposa y su hijo se mudaron a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades y abrieron la tienda de películas viejas en la que trabajo.

Scott entró por la puerta apresurado mientras yo terminaba de colocar los discos en su lugar.

  —¡Lo lamento tanto! —se disculpó— Tuve una emergencia en la veterinaria y se me hizo tarde.

  —Está bien —le sonrío—. No te preocupes, casi no he sentido el hambre.

  —La cosa es que en la carrera olvidé comprarte algo —frunzo los labios tratando de no reír—. ¿Crees que te pueda robar un rato, te llevo a comer y te devuelvo?

  —Debo preguntarle a mi jefe.

  —Yo lo hago, ¿está en su oficina?—asiento, ambos caminamos a la oficina y nos quedamos en la puerta— Señor Alfredo.

  —¿Isaac?—pregunta.

  —No, Scott. Me preguntaba si puedo llevarme a Lyanna a comer y luego la devuelvo al trabajo.

  —De hecho, te agradecería si la llevaras directo a su casa, si la dejo que siga trabajando van a venir de servicios infantiles—reímos—. Además, me comentaste que mañana comienzas la escuela ¿no? Ve, descansa.

  —Gracias, señor Alfredo—agradezco y salimos de la tienda, donde el jeep de Stiles nos esperaba.

Fuimos a comer a tacos, los cuales supieron a todo lo bueno que hay en este mundo después de todo el día sin haber comido nada. Traté de no pensar en Isaac, Boyd y Erica, cosa que he estado intentando por meses, pero no podía evitarlo, era como si hubiese algo faltante. Deaton dijo que era normal, que era mi instinto sintiendo la ausencia de los integrantes de mi manada.

A pesar de lo cansada que estaba accedí a acompañarlos al centro de la ciudad a una tienda de tatuajes, había escuchado a Scott hablar acerca de hacerse uno con mucho ímpetu durante el verano. Aproveché para dormir un poco en el asiento trasero, pero ese "poco" se prolongó un poco más de lo planeado. Desperté por lo menos dos horas después, con una manta cubriendo desde mis tobillos hasta mis hombros, cuando Stiles y Scott entraron al auto.

[2] Still ↭ || Isaac Lahey ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora