[2] Still ↭ || Isaac Lahey ||

Capítulo 16 - Identidad revelada

—Tía —indica Jackson con dificultad, puesto que sus colmillos se están mostrando contra su voluntad—, vayan a la habitación y cierren la puerta.

—¿Por qué? Si apenas comenzamos a divertirnos —ríe el recién presentado Dub. Pasea su mirada entre nosotros, los cuatro hombres lobos que nos estamos viendo en calzas prietas para controlar nuestra propia licantropía—. Oh, ¿están perdiendo la humanidad? Sí, mis disculpas, suelo tener ése efecto.

Siento el suelo temblar bajo mis pies, pero me las arreglo para mantener el equilibrio, a pesar de que la concentración que eso requiere le permite a mis garras y a mis colmillos salir libremente. Humanidad. Nunca antes había escuchado a alguien llamarlo así, ¿control, cordura? Por supuesto, pero humanidad es completamente nuevo... y al mismo tiempo se escucha muy antiguo.

—A la habitación, ahora —le indiqué a mi familia, sin molestarme en mirarlos.

—Ah, sí, Lyanna, ¿verdad? Devon llegó a comentarme que eras muy mandona —se burla el espíritu.

—¿Dónde está Devon? —pregunta Isaac con la respiración pesada.

—Está muerto —responde, con una expresión tan seria e impasible para tal anuncio que llega a resultar macabro. Puedo sentir cómo mi corazón se salta un latido al oír sus palabras, para luego comenzar a latir más rápido ante la idea de que este horrible ser es todo lo que va a haber cuando mire al rostro de mi primo—. Estoy bromeando, solo está dormido.

Logro oír un sonido ahogado salir de la garganta de mi tía ante el sádico sentido del humor de Dub. Siento cómo Tristan toma del brazo a sus padres y trata de correr escaleras arriba, pero lo detiene la explosión de los cristales que recubren las fotos en la pared y los cientos de pedacitos volando en todas las direcciones.

—Nadie va a ir a ninguna parte —ordena Dub con una sonrisa—. Sé que ésto puede ser incómodo para ustedes, pero entenderán que han pasado varios siglos de la última vez que estuve en una reunión familiar y  lo echo de menos. Oye, Kimberly —llama a mi tía por el nombre—, ¿ya sabías que tus sobrinos y sus amigos son hombres lobo? Oh, hasta ahora te enterás. No te preocupes, yo también me sorprendí.

El hecho de que mi familia se entere de mi condición licántropa no es el mayor de mis problemas, por lo menos no justo ahora, pero aún si lo fuera, no es como si pudiera hacer mucho al respecto. Sé que la oscuridad de la habitación no nos protege del brillo de nuestros ojos, ni oculta nuestras garras, la luz que entra por las ventanas solo prolonga aterradoras sombras nuestras en el suelo.

—Tía —murmuro extendiendo mi mano hacia la dirección en la que creo que están, pero el grito de la mujer me detiene, haciendo que me dé cuenta de que no es buena idea extenderle la mano si tengo las garras afuera y no las puedo meter.

—Éso es lo que pasa cuando mientes acerca de quién eres —comenta el muchacho—. Cuando nos conocimos hoy en el bosque... normalmente no es así como me gusta presentarme, pero no son hombres lobos los primeros seres con los que me suelo encontrar al subir a Galos —dirige entonces su mirada a mi aterrada familia, como si estuviera manteniendo con todos una conversación perfectamente normal—. Los hombres lobos son propicios a la violencia —le explica, para volver a mirarnos—. ¿Les mostramos?

Me gustaría poder decir que se acerca a nosotros, pero en realidad no sé describir lo que hace. Un momento él está frente a nosotros, al siguiente Jackson se trata de levantar del suelo, a metros de donde había estado previamente, y Devon (o Dub, o como sea) está a mi lado.

Tal vez son mis cada vez más presentes instintos suicidas los que me hacen lanzarle un zarpazo a la cara, aún cuando moverme me hace perder el equilibrio y no logro apuntar apropiadamente la dirección de mi mano, pero en un movimiento que por poco me rompe el brazo deja mi espalda contra su pecho y posiciona su otra mano sobre mi mandíbula.