Capítulo 13 - Culpa

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El zumbido es lo que me duerme. El zumbido es lo que me despierta.

—¿Boyd? —me oigo preguntar, aunque no tengo muy claro de a quién estoy llamando, así que llamo al único nombre que tiene sentido en mi vocabulario— ¿Lyanna?

Miro a mi alrededor, veo una cama junto a la mía, un techo y unas paredes que me resultan desconocidas. ¿Dónde demonios estoy? Esta no es mi habitación, no es la de Camden, ni tampoco la de Lyanna. 

Un ventilador gira sobre mi cabeza, tan lentamente que no debería producir en realidad sonido alguno, pero hace tanto ruido que hace que me palpite la cabeza. Siento mi corazón encogerse mientras me siento al borde de la cama, aún sin poder reconocer el lugar en que me encuentro.

Me sobresalto al oír algo caer, algo grande y pesado, probablemente metálico.

—Pásame la llave de once milímetros.

Su voz resuena en mi cabeza, mi corazón se encoge al instante y comienzo a sudar, pero por más que lo busco con la mirada, no lo veo. Necesito verlo, necesito saber dónde está, porque si no sé dónde está no puedo pasarle la llave y si no le paso la llave, se va a enojar. No sé dónde están las llaves. No sé cuál es la de once milímetros. 

—¿Qué demonios? —suspira, como un toro— Esta es la de catorce, idiota.

Camden es quien siempre lo ayuda a reparar el auto, él es mejor para estas cosas que yo, pero llevamos varias semanas sin saber de Camden. Tal vez está muerto. Tal vez atacaron su base. Lyanna dice que debe haber otra explicación, pero algo dentro de mí me dice que mi hermano está muerto. Sé que papá está preocupado. Cuando mamá se comenzó a enfermar, también se preocupó. Pero cuando se preocupa deja de ser él, se convierte en algo que difícilmente es humano.

Está preocupado.

Yo también lo estoy.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre uno y cuatro, imbécil?

No sé cuál es la de catorce. No sé cuál es la de once. Tal vez la que le pasé sí es demasiado grande para ser la de once, pero no lo sé. Jamás me ha dicho cómo funcionan las llaves, o cómo se traducen de pulgadas a milímetros las inscripciones que llevan a los lados. Camden solía hacerlo. 

Camden no está aquí.

—¿Sabes cuál es la diferencia entre uno y cuatro? Es un tornillo.

Me da miedo hablar, me da miedo tomar la llave. Cuando estoy con él, me tiemblan las manos y la voz no me sale. Vengo un tiempo acostumbrándome a lo que es estar solo con él, ahora que está preocupado, ahora que está triste, ahora que extraña a mamá y extraña a Camden.

Se siente solo

 —Es un tornillo.

Sé que no tiene a nadie más que a mí. Los abuelos no le hablan desde que mamá murió, cuando llaman le piden que nos pase a algunos de nosotros el teléfono. Sé que se siente solo. Solo somos él y yo, se siente solo porque solo somos él y yo. No nos parecemos, no lo suficiente como para que me quiera como quiere a Camden o para que hable conmigo como hablaba con mamá.

Lo único que hago es tratar.

—Lo siento, no... —si le digo que no conozco las llaves, creerá que soy estúpido— ¿Qué quieres que haga?

Está molesto. Cuando está molesto, es cuestión de cometer solo un error para que todo se vaya colina abajo.

—Quiero que te calles.

Solo un error.

—¡Cállate!

Solo un error.

[2] Still ↭ || Isaac Lahey ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora