Capítulo 4 - A mano

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Crac.

La caída fue tan aparatosa que cuando oí el sonido del hueso roto, no estuve segura de cuál había sido, todo mi cuerpo me dolía por igual. Boyd y su amiguita, a quién Derek alcanzó a llamar Cora antes de que sus impulsos se adueñaran de ellos, estaban verdaderamente fuera de control.

  —¿Dónde está Erica? —logré preguntar antes de inútilmente tratar de golpear a Cora, quien sin ningún problema tomó mi brazo casi desde el hombro y estampándome contra la pared más cercana, sacando mi extremidad de donde pertenecía en el proceso. Caí al suelo, tenía la vista nublada, sentía un líquido bajar por mi ceja hasta meterse por el rabillo del ojo y sentí en mi boca el repugnante sabor de la sangre.

  —No le vayas a hacer daño, Lyanna —fue la única respuesta que obtuve.

  —Haré lo que pueda —musité sintiéndome demasiado débil como para ponerme de pie.

A pesar del aturdimiento de los golpes en la cabeza y luego las garras de Boyd clavándose en la parte de atrás de mi cabeza, haciéndome poner de pie, logré oír a dos personas acercándose rápidamente por el túnel que habíamos usado con Derek. Scott y Isaac no tardaron en aparecer, estrellándose contra la barrera de ceniza de montaña. Vi la desesperación crecer en sus ojos la desesperación al no poder atravesar la pared.

Dicen que cuando uno está hundiéndose en arena movediza lo mejor es quedarse quieto, porque el movimiento provoca que te hundas más rápido. Supongo que la misma regla se aplicaba a mi situación, pero mandé las manos hacia atrás para rasgar la piel de su brazo con tanta profundidad como fuera posible porque si lo hacía violentarse me mataría más rápido, lo cual sonaba mucho mejor que dejarlo lentamente desgarrarme la nuca.

Como era de esperarse, me soltó rápidamente dejando salir un gruñido gutural. Apenas logré voltearme antes de sentir sus uñas perforar todos los órganos que mis rotas costillas ya no podían proteger. Mis pies dejaron de tocar el suelo y la sangre comenzó a salir de mi boca en cantidades que comenzaban a ahogarme.

Sentía la cabeza destrozada de adentro hacia afuera, no sabía qué estaba pasando, no veía, casi no escuchaba, no podía pensar, ni siquiera estaba en capacidad de percibir la profundidad de la habitación. Solo alcancé a escuchar una voz que gritaba a Boyd justo antes de sentir mi abdomen vacío mientras caía al suelo. Unos brazos me acunaron en ese preciso momento, no reconocía a Isaac sino hasta unos segundos después mientras iba recuperándome mientras me ayudaba a ponerme de pie, apoyada en él.

  —Tú eres el que está convirtiendo adolescentes en asesinos—alcancé a escuchar una vez estuve parada junto a ellos y recuperando mis sentidos.

  —No, es tu familia.

  —Derek, suficiente —lo paré a él y a su enorme bocota. Me miró y pareció dudar por unos momentos, pero no lo suficiente.

  —Cometí errores —dijo Allison en voz queda—. Lo de Gerard no es mi culpa.

  —Exacto, me alegra que estemos aclarando todo. ¿Vamos por Erica?

  —¿Qué hay de tu madre?—cerré los ojos en un suspiro. Si no hubiera estado tan cansada, la rabia me hubiera recorrido por completo porque sabía cómo Derek debía de estar saboreando este momento, tanto que lo había anhelado...

  —¿De qué hablas?—el silencio se instaló entre todos. Nos miró a Scott y a mí, supongo que la forma en la que evitábamos su mirada nos delató.

  —Vamos, díganle—lo miré con ojos de serpiente.

  —La noche... la noche en que tu mamá murió—comencé a relatar mientras me apoyaba más en Isaac, quien se había mantenido callado durante toda la conversación, pues me estaba resbalando—, antes de que Derek que la mordiera... pasaron muchas cosas... cosas que tenían que ver con balas y vaporizadores y acónito...

[2] Still ↭ || Isaac Lahey ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora