[2] Still ↭ || Isaac Lahey ||

Capítulo 12 - Deseo

I S A A C

Este no era el plan, para nada. Odio decir que pasar todo el día sin tener que ver a Lyanna me trajo algo de tranquilidad, pero no puedo sacarme de la cabeza la imagen de ella acostada en el consultorio de la veterinaria mientras le inyectaban acónito y la expresión de Deaton que me hacía dudar de si iba a despertar. Entonces ella sacó el tema de sobrevivir como manada, enserio no necesito una razón para verla más seguido de lo que ya la veo, pero entonces me miró con esos ojos grandes y tristes. Sus ojos grandes y tristes son mi perdición.

Así que ahora estamos en el autobús, camino a una reunión de deportes a la que probablemente no alcancemos a llegar con tres chicas que prácticamente se colaron en la excursión, una de ellas siendo una rubia que va prácticamente sentada en el regazo de su hermano a la cual no le puedo quitar los ojos de encima por mucho que trate.

Quiero que esté sentada en mi regazo, no el de Jackson. No estoy celoso de su hermano, eso sería estúpido. Pero quiero que esté sentada en mi  regazo.

¿Qué demonios te pasa, Isaac? Despierta.

—Tal vez la razón por la que no te mira de vuelta es porque la estás acosando —comenta Boyd en voz baja, haciéndome mirarlo.

—No la estoy acosando —murmuro con el ceño fruncido.

—La has estado mirando como por dos horas, ni siquiera sé si parpadeas —se burla—, eso califica como acoso.

—No la estoy acosando —repito.

—Sí lo estás haciendo.

—Que no.

—La estás acosando.

—¡No es cierto! —exclamo.

Siento las miradas de todos sobre mí y me doy cuenta de que lo dije un poco más alto de lo que pretendía. Boyd trata de no reírse, yo me encojo en mi asiento y el entrenador enarca una ceja en mi dirección.

—¿Qué no es cierto, Lahey? —pregunta.

—Sí, Isaac, ¿qué no es cierto? —insiste Boyd con una sonrisa socarrona.

Lo voy a ahorcar mientras duerme.

—No es cierto... que la caza indiscriminada de tiburones es un problema menor —murmuro.

Por un momento parece que va a preguntar más, pero solo suspira y se vuelve a sentar. Siguiendo su ejemplo, todos vuelven a lo suyo. Me refriego el rostro con la mano, avergonzado, mientras que Boyd hace lo que puede por no reírse.

—Si no hubiéramos prometido estar juntos, te asesinaría.

—Más bien porque le prometiste a Lyanna que te ibas a comportar —resoplo—. Tal vez tú también le gustas, definitivamente le agradas cuando no eres un imbécil con ella.

—No le gusto —niego entre dientes—. Te dije que besó Scott.

—Debe haber alguna explicación para eso —repone. Sí, que a ella le gusta Scott—. Se debe haber confundido en el calor del momento.