Capítulo 10 - En manada

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Derek está muerto.

Es el primer pensamiento que me ataca apenas recobro la consciencia. Quiero despertar pero mi cuerpo me mantiene encerrada en una película que revive todos los sucesos de hace un rato, cuánto tiempo llevo dormida, la verdad no tengo idea. Una y otra vez me rompen las piernas, tratan de ahorcar a Cora y Derek cae por lo que mi mente solo puede relacionar con un precipicio.

Voces salen y entran en mi sueño, a veces incluso veo atisbos de luz que sé que vienen del exterior, de los que mis ojos no pueden ver si mis párpados se siguen negando a abrirse. Me comienzo a impacientar. No quiero ver a esto, no quiero seguir repitiendo la caída de Derek.

Finalmente logro que mi cuerpo responda, pero todas las órdenes que he tratado de darle parecen acumularse y provocan que mi despertar sea bastante agresivo. Siento un líquido subir por mi garganta que me hace tener que girar sobre el metal en el que me encuentro acostada y vomitarlo para que no me ahogue. El líquido que cae dentro de la papelera es amarillo y espeso, me deja sintiéndome vacía, con un ardor desde el estómago hasta la garganta que me recuerdo que no he comido nada a parte de ese sándwich en la mañana.

El mero recuerdo del sándwich me provoca una segunda ronda de nauseas que me dejan sintiendo aún peor, hasta que quedo solo con arcadas en las cuales mi boca no deja salir nada más. Un quejido gutural escapa de mí, puesto que al parecer mi cuerpo sigue teniendo reacciones dolorosas a su salida del sueño.

Unas manos me vuelven a recostar contra el metal, sosteniéndome mientras mi cuerpo tiene espasmos y mis órganos se queman. Siento que vuelvo a la vida y, si soy sincera, no es una sensación placentera. Aprieto los dientes en lo que la sensación desaparece de mi cuerpo, un proceso bastante lento que me deja despistada.

Tengo que entrecerrar los ojos para poder acostumbrarme a la brillante luz de la habitación, después de recorrerla con la mirada un par de veces me doy cuenta de que me encuentro en el consultorio de Deaton. Boyd se encuentra junto a la mesa de metal en la que estoy acostada, con las manos sobre mis hombros, lo que me lleva a un lejano recuerdo de balas rellenas de acónito y la mamá de mi amiga intentando matarme.

Desperdigados a mi alrededor se encuentran Scott, Isaac, Deaton y Allison. Solo Allison se ve completa. Isaac se agarra un brazo que tiene entablillado con una expresión de cansancio, evitando mirar en mi dirección aún cuando yo me lo quedo mirando a él. Scott está medio agazapado con una herida en el abdomen que parece que apenas comienza a sanar. Incluso Boyd tiene un par de heridas profundas en el hombro y su palidez me indica que también hay otras. Sin embargo, ninguno está tan mal como nuestro Alfa.

Trato de hablar, aunque no estoy muy segura de qué es lo que voy a decir, pero tengo la boca tan seca que difícilmente logro producir sonido alguno. Deaton se acerca a mí con un ceño fruncido que no le es muy característico y me ayuda a sentarme sin volverme a desmayar.

—Isaac, tráele agua —ordena con voz queda y no puedo evitar preocuparme por su seriedad.

Toca varios lugares de mi espalda dando pequeños golpecitos y preguntándome si puedo respirar bien o si me duele. He visto suficiente Grey's Anatomy para saber que está buscando contusiones o una perforación en un pulmón, pero la verdad no sé qué tanto podría hacer al respecto dado que estamos en una clínica veterinaria y, a menos, que sea posible cambiar por completo en un lobo, nada de lo que hay aquí será particularmente funcional dada mi anatomía.

Isaac llega con un vaso de agua y lo pone con cuidado en mi mano, rozando mis dedos en el proceso. No sé si lo hace por accidente o a propósito, pero sus ojos caen sobre los míos y, por un momento, no se mueve. No mueve un solo músculo, no suelta el vaso y, por consiguiente, tampoco mi mano, su tacto me hace consciente de lo frías que tengo las manos. El calor de sus dedos llega hasta mis mejillas, lo que hace que Deaton deje salir un suspiro de complacencia. Supongo que sonrojarme por Isaac es señal de que voy a vivir.

[2] Still ↭ || Isaac Lahey ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora