Capítulo CUATRO

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Juego con las muletas, pensando si está bien en que vaya a ver el juego o no

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Juego con las muletas, pensando si está bien en que vaya a ver el juego o no. Lex me espera de brazos cruzados en el umbral de la entrada a la cocina, con su mirada en mí. Admito que esos ojos oscuros asustan a la hora de intimidar, lo que su cabello castaño claro como el mío que lo hace ver como un niño inocente... Todo un misterio. En dos pasos está frente a mí y toma las muletas, como así también insistir a que me ponga de pie.

- No tenemos todo el día Marko, Así que decides ahora.- suspira y lo observo incrédulo- Dejé a Hannah y a Junior para apoyarte, pero si estás indeciso prefiero pasar el día con ellos...

- ¿Y recién ahora me los mencionas?- de que traiga a su familia y no vinieran con él es algo que nunca dejaría de mencionar- Sabes que son más que bienvenidos a visitarme, y el pequeño mini Lex me puede entretenerme cuando estoy nervioso.

- Los traje porque no sabía si te iba a encontrar.- se encoge de hombros y saca su teléfono del bolsillo de su pantalón- Ahora le diré a Hannah que suba...

- ¿Ellos están aquí? ¿Es que estás loco?- ayer se quejaba de mí, ahora no dejo de gritarle y me observa cuando quiere hablar- ¡Que esperas! ¡Dile que venga con el niño!- de pensar que deja a su esposa y a su hijo dentro del vehículo mientras él pierde el tiempo conmigo me exaspera. Porque sí, en mi caso los llevaría hacia donde yo vaya y me acompañe a la casa de un compañero de equipo o un amigo.

Si de algo le envidio a Lex es que sea felizmente casado y esté formando su propia familia, cosa que yo estoy lejos de lograr... El tiempo pasa y eso no me ayuda en nada. 

Hannah es una hermosa mujer de cabello rojo muy llamativo, ojos verdes y su tez muy blanca y delicada. ¿Que vio en un mujeriego como lo es Lex? No lo sé, pero le hizo ver que no todas son iguales y que en algún momento tenía que sentar cabeza. Fue muy paciente con el cuando la engañaba con cuantas mujeres se le cruzaba por su camino. Ella lo perdonaba una y otra vez cuando llegaba pasado de copas a mi casa, contándole de sus andanzas y lloraba arrepentido en sus brazos.

En algún momento de esa relación, Hannah se cansó de que la engañara y le puso fin a su noviazgo. Nunca voy a olvidar en las condiciones físicas que se encontraba Lex cuando ella decidió alejarse, fue algo difícil de creer. Lo único bueno que saco de ello fue que estábamos de licencia, pero lo malo, ella estaba embarazada. Él no era nada en comparación al hombre de gran porte corporal, el tipo rudo que daba miedo enfrentarse. Nunca vi ojeras tan anchas como los de mi amigo, que cubría parte de sus mejillas. La barba que las cuidaba más que a él mismo, era muy largo y descuidado. Había bajado mucho de peso... Fue tanta mi preocupación que terminé convenciéndolo de que por estupideces suyas, estaba perdiendo a la única mujer que soportó todos sus errores. Desde ese entonces, ese amigo mío que le encantaban las fiestas y el sexo desapareció.

- ¡Hannah!- la recibo cuando escucho la puerta cerrarse, sacándome de mis pensamientos- No sabes cuanto me alegra verte por aquí...- con pasos acelerados estoy frente a ella y tomo al pequeño Lex con un brazo mientras que con el que está libre la abrazo- No sabía nada de lo han acompañado a este imbécil, sino no estarían esperándolo afuera.

Mi Destino, tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora