Capítulo TREINTA Y NUEVE

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Abro los ojos algo desorientado

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Abro los ojos algo desorientado. Observo el lugar donde me encuentro, no llego a reconocer el lugar y esto me pone un poco nervioso. Cuando quiero levantarme, siento algo pesado encima de mi cuerpo. Bajo la mirada a mi abdomen, pero en vez de eso, lo que veo es cabello rubio hasta recordar donde estoy. Todo lo ocurrido ayer... Primero viaje a Budapest para encontrarme con Britt, encuentro en el camino a la persona que la estuvo espiando. Lo seguimos hasta el departamento del niño alemán y sorprenderme con que no era el novio más fiel, cosa que me dejó estupefacto pero a Britt no. El segundo viaje a Frankfurt para visitar a Hannah y Lex junto a mi sobrino. Ahora que mi estómago ruge, recuerdo que no hemos cenado anoche. Busco a tientas mi celular en los bolsillos de mi pantalón pero se me hace imposible, estoy totalmente preso de su cuerpo y de solo pensar en eso, el mío reacciona de manera normal. A lo que me refiero es a que mi amigo de allí abajo queriendo hacerse notar. Una cosa es despertarme con la erección todas las mañanas, pero no es agradable tener a la mujer que amas durmiendo encima y se de cuenta como mis partes reacciona.

Se remueve, hasta que quedo envuelto en sus brazos y oigo que suelta un gran suspiro. Giro la cabeza hacia la ventana que se ubica a lado derecho y es cuando noto que mis pies no están sobre en piso, sino que reposan en la cama. ¿Ella sola pudo acomodarme? Ni siquiera Hannah tuvo la delicadeza de hacer lo mismo, y su excusa siempre fue que soy un hombre de mucho peso. Puede que mi amiga no sea de esas mujeres que cuiden su figura, pero le he insistido que me acompañara en mi primera lesión y siempre puso por delante a Lex que a su propio amigo. No es que después de tanto tiempo diga que esté molesto por ello, es que ha hecho lo que no hago.

- Mark, ¿Estás despierto?- cierro los ojos y siento que su cabeza deja de hacer contacto en mi pecho- ¿Marko?- acaricia mi mejilla y en respuesta suelto un suspiro. Espero que no se de cuenta que estoy despierto.

Trato de estar relajado a cada movimiento que ella hace encima mío, y me tenso cuando su respiración está en mi cuello. Me susurra palabras que desconozco al oído, creo que habla en su idioma. Es como si cada una de sus palabras mi corazón lo entendiera, pero mi mente queda en blanco. Esa misma mano que acariciaba mi mejilla, viaja desde allí hasta mi pecho. Los latidos acelerados no tardan en reaccionar y trato de seguir respirando con normalidad. Sus dedos juegan haciendo círculos sobre mi remera, pero me sorprende que me la quite sin dificultad. No caigas en la tentación, no caigas en la tentación es lo que reproduce en la mente.

Me sorprende con la facilidad con la que desaparece la camisa y la remera que llevé puesto gran parte del día, y me acomoda tal como estaba. Apoya su cabeza en mi pecho de nuevo y ahora acaricia el vello del mismo y el abdomen... No tengo nada de otro mundo, no soy musculoso ni quiero serlo. Solo me conformo con mantener bien firmes mis brazos a la hora de lanzar con potencia los balones al arco. Me tenso al notar como su mano recorre hasta llegar al ombligo, e incluso más abajo.

- ¡Dios mío Mark! Tú también estás en mi mente.- cierro aún más los ojos y los latidos de mi corazón llegan a mi garganta- ¡Vaya! ¿Estás despierto?- estoy entre contestarle o seguir con el plan original, eligiendo la segunda opción- Me encanta la expresión de tu cuerpo cuando estás en la inconsistencia... Quisiera que estés despierto para que sientas como reacciona mi corazón solo por estar a tu lado.- la respiración en mi cuello de nuevo me eriza la piel y la rodeo con mis brazos, cayendo de nuevo en el sueño.

Mi Destino, tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora