Capítulo OCHO

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Llegamos a la casa y me encierro en la habitación donde hospedo ahora, ignorando a Hannah y que el pequeño Lex me llamara tío

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Llegamos a la casa y me encierro en la habitación donde hospedo ahora, ignorando a Hannah y que el pequeño Lex me llamara tío. Escuchar que su primera palabra sea dirigida a mí, me rompe el alma. Las lágrimas empiezan a descender por mis mejillas, nos se los impido. Es demasiada emoción en un par de horas, llegué a un punto de quiebre del que exploto en cuando llego a mi lugar de confort. Escucho la puerta abrirse como así cerrarse, y los cortos brazos de mi sobrino rodeando mi cuello mientras Hannah acaricia mi espalda. Rompo en llanto como también el pequeño que esconde su rostro entre mi cabello y mi amiga hace lo mejor que puede para consolarme. Lo único que rescato de esto es que la persona que me mantiene con los pies sobre la tierra aún siga a mi lado, por poco tiempo, pero está cuando más la necesito.

- Todo estará bien Marko. Solo deja que el tiempo disponga de tu futuro.- susurra a mi oído con la voz entrecortada- Solo tienes que seguir con la recuperación y cuando lo creas adecuado, podrás tener tu momento de gloria.

- Mi momento de gloria va a ser el día que anuncie mi retiro Hannah, y estoy más cerca de lo que pensaba.- le respondo con frustración- Si la recuperación será más prolongada, daré un paso al costado y seguiré con mi vida fuera de las canchas.

- No debes pensar en eso, solo en recuperarte lo más rápido posible.- Hannah me alienta y me toma de los hombros, hasta acomodarse frente a mí- Si no lo haces por tí mismo, al menos inténtalo por nosotros que tenemos toda la fe en que te recuperarás.

- No quiero hacerme falsas ilusiones con jugar en poco tiempo.- apoyo mi frente a la de ella y cierro los ojos- ¡Ya no soy una persona joven! No me recupero tan rápido como años atrás. Si decido entre recuperarme para volver a jugar o retirarme y deprimirme en mi propio pozo, prefiero la segunda opción. No quiero traumarme con el tiempo de espera para volver a pisar una cancha.

- Prefiero a que te recuperes y cuando estés felizmente acompañado, podrás retirarte como te lo mereces.- se aleja y me golpea la espalda.- Mientras tanto, iré a hacer el almuerzo y tú te darás un buen baño. No quiero verte deprimido y termines contagiando a los habitantes de esta casa.- se pone de pie y sale disparada de mi habitación seguida de Lex.

Me pongo de pie y le hago caso, el baño me relajara después de lo ocurrido esta mañana. Quiero dejar de pensar en la lesión, así que mientras me quito la ropa, decido mantener la mente en blanco. Pero eso no ocurre, en cambio, la mujer de cabello rubio y ojos celestes se estanca en mi mente. De solo pensar en su sonrisa, mi corazón golpea fuerte en el pecho y no impido que aparezca una sonrisa en mis labios. Me acomodo en la bañera y me pierdo en mis pensamientos.

Llego al comedor, encontrándome a Hannah y Lex almorzando. Observo a mi amiga que ni siquiera se da cuenta de mi presencia, no deja de devorar la comida que tiene delante suyo. Me encamino hacia mi lugar y el pequeño estira su brazo para que lo alce. Hago lo que me pide y llevo su plato conmigo y termino de alimentarlo.

Mi amiga me arrebata al niño mientras me alimento y la miro mal, recibiendo de ella que me saque la lengua. Se retira con el pequeño hacia la planta alta, dejándome solo con mi soledad. La risa del pequeño Lex inunda la casa y sonrío cuando Hannah se une él. Desearía tener una familia como la que está formando mi amiga junto a Lex, pero el tiempo pasa y no llega la mujer que pueda satisfacer mis deseos, dejando de lado lo carnal.

Mi Destino, tu CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora