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Capítulo 12; conociéndola.

Como cada mañana Troye caminaba hacía su trabajo al llegar se colocó su chaleco y su gorra, comenzó a acomodar algunas cosas y puso algo de ambiente con música.

—¡Hola! Buen día— saludó una chica de ojos azules, cabellera castaña y tez morena.

—Hola— respondió alegre. —¿Te puedo ayudar en algo?— preguntó Troye amablemente.

—Estaba buscando una cámara instantánea— habló la chica aún sonriente.

—Aún no han llegado, pero sí gustas puedes venir la próxima semana a verificar si llegaron, probablemente es que sí— le informó Troye.

—¿Podrías darme tú número?— preguntó ella y Troye se puso nervioso.

—Em.. ¿mi número?

—Sí, para llamarte y preguntarte por la cámara

—¡Oh! ¡Por supuesto!— Troye le dio su número.

—¿Cuál es tu nombre?— preguntó.

—Troye, Troye Sivan, un gusto...

—Alex Evans— le sonrió y estrechó su mano con la de él. —Un gusto.

—Entonces mándame un mensaje y yo te aviso— alguien entro a la tienda.

—Vale, te enviaré el mensaje— dijo antes de salir.

—¿Te envió un mensaje?— preguntó Mindy. —¿Me estás jodiendo?

—Mindy...— ella lo miró ceñuda.

—No, por Dios, me humillaste— dijo enojada.

—Claro que no

—¡Vete al carajo! ¡No encontrarás a tu maldita hermana jamás!— gritó realmente enfurecida saliendo del bazar.

Mierda, eso le había dolido a Troye, su mejor amiga en el mundo le había dicho algo que realmente anhelaba, recuperar a su hermana, y ella le había deseado el mal. Estaba demasiado enojada, pero no le había importado saber el por qué Alex había dicho y no debía de haberse enojado porque ¡es gay! Jamás se fijaría en una mujer.

Las horas se pasaron demasiado lentas, pero pudo soportarlo, finalmente caminó regreso a su hogar y se encontró con su madre preparando la cena, se sentó sobre la silla y espero a que su madre le sirviera, estaba demasiado exhausto.

—¿Qué pasa, cariño?— preguntó poniendo frente a él un plato de comida.

—Eh peleado con Mindy...— confesó soltando un suspiro.

—¿De nuevo, cariño?— preguntó sentándose frente a él. —¿Y esta vez por qué?

—Escucho que una chica me iba a enviar un mensaje, era por el trabajo, se exaltó y se fue echa una furia ¡sabe que no me gustan las mujeres!— la madre rió al ver el gesto de asco de su hijo cuando dijo eso.

—Ya se le pasará— le sonrió. —Ahora come, amor.

Después de terminar de cenar, recibió una llamada de Alex. Habían quedado en salir a dar una vuelta esa noche, la idea no le desagradó por lo que gustosamente aceptó, le gustaba mucho caminar y más cuando lo hacía acompañado de alguien, aparte que estaba bien conocer personas nuevas.

—¡Heeey!

—Vaya, sí que eres muy alegre— rieron.

A Million Men. |j.b| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora