Capítulo 23; de vuelta al mundo real.
A la mañana siguiente amanece con resaca, los ojos hinchados, un vacío en el pecho; descubre que los corazones rotos no se curan con alcohol.
Sentía algo cada vez más fuerte por Justin pero las últimas semanas él pasaba más tiempo con la estúpida niña. Sabría que Justin jamás le haría lo que ella estaba haciendo con él. Jamás la engañaría. Pero no eran iguales y él la respetaba, mientras ella se burlaba de él. No tenía manera de ser solo de él, ella no estaba satisfecha al ser así.
¿Debería caer en cuenta qué tal vez solo era un capricho? Probablemente, pero este era el mundo real, nadie vive un maldito cuento de hadas y tiene un final feliz.
Pero ahora se había sumado a su lista de problemas un nombre con una sonrisa preciosa, Edward Jones. Había pasado un rato con él, nada formal obviamente, pero había algo en él que la hechizaba, que la hacía querer más, algo de misterio le gustaba en los hombres. Pero aún así no podía enamorarse jamás, esa era su única regla.
Demasiado tarde, llamadas de Justin, Edward y otros chicos de los que ni siquiera recordaba su nombre, millones de mensajes que no serían contestados. Alguien llama a su puerta, su único escape, su única esperanza.
Se levanta y abre, encontrándose con Alex, parecía nerviosa, tenía una mirada extraña y se adentró sin mirarla.
—Necesito tú ayuda— murmuró. —Conocí a un chico, parece un desquiciado pero comienza a agradarme— murmuró nuevamente con más calma.
—Ten sexo con él— dijo encogiéndose de hombros. —Dale lo que quiera y que venga él siguiente.
¡Que cínica era su mejor amiga! ¿Cómo ella iba a hacer eso? Pensó Alex y negó.
—¡Claro que no!
—¿Y entonces?
—¡No quiero tener sexo con él!
—Mierda— dijo en voz baja. —¿Sigues siendo virgen?— preguntó en voz baja.
Ella asintió apenada, los ojos de Sarah la miraban sorprendida, pero estaba claro que no eran iguales y que no lo serían jamás pero no imaginaba que Alex todavía no había estado con un hombre, había tenido novios pero no podía creerlo.
—¡No puedo creerlo!— exclamó Sarah. —¿Quién diría que eres una joyita?
—Sarah— la miró mal. —Si te he venido a contar esto es porque estoy insegura y tengo miedo.
—Sólo se alejará cuando obtenga lo que quiere de ti— respondió neutra.
—Gracias— murmuró y se despidió de ella.
Maldición estaba nerviosa, jamás se lo había admitido a nadie. ¿Y si lo hacía? ¿Si perdía su virginidad y no era lo que ella pensaba o quería? Lo pensaría.
Pasaron al menos unas semanas y Derek con Alex se seguían viendo, él era demasiado bueno con ella. Derek se sorprendió así mismo de ser tan cuidadoso y gentil con una chica que no era su novia y que tampoco había tenido en su cama, poco le importaba porque ya casi llegaba a su objetivo.
—¿Qué quieres hacer hoy, linda?— pregunta Derek.
—Parece que de nuevo lloverá— murmuró mirando al cielo. —¿Quieres pasar?— murmuró nerviosa.
—Claro— entró y se sentó en el sofá. —¿Y si vemos películas?
A ambos les agradó la idea. Decidieron ver la película en la habitación de Alex, era más cómodo y ahí se encontraba el televisor, escogieron una película al azar y comenzaron a verla. Derek finalmente después de tantos intentos consiguió un beso de Alex. Como una tonta enamorada siguió el beso.
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A Million Men. |j.b|
Fanfiction¿Cómo podré explicarle a mi novio y amigos que duermo con un millón de hombres? Ella necesita ser salvada de un millón de hombres y él podrá ser su salvación.