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Capítulo 28; mía.

La nieve comenzaba a hacerse aún más presente. Estaban en el sofá, con una manta y una taza de chocolate caliente, escuchaban música.

—¿Te has puesto a pensar en todo lo que ha pasado?— preguntó Troye dando un sorbo de chocolate.

—Aveces— murmuró. —Las cosas tienen que cambiar algunas veces— mira hacia algún lugar sin importancia. —¿Has hablado con Mindy?— preguntó insegura. —¿Ese era su nombre?— frunció el ceño.

—Lo es, aún no hablo con ella— hizo una mueca.

Alguien llamó a la puerta.

—¿Alex?— preguntó y sonrió.

—Venga— lo abrazó. Lo había echado de menos. —Bueno quiero conocer a tu hermana— sonrió mostrando su dentadura.

—Entra— pidió alegre.

—¡Hola!— exclamó abrazando a la chica. —Te he visto antes— dijo después de separarse un poco de ella.

Frunció el ceño. —Yo no— murmuró.

—Espera— intentó recordar. —No, no recuerdo— murmuró con decepción.

—Ella conoce a Sarah— dijo Troye.

—¡Ya te recuerdo!— asintió. —¿Vivías en casa de su novio?— preguntó.

Una punzada de dolor se hizo presente en su pecho. Asintió y regresó al sofá.

—Sí— dijo apenas inaudible.

Alex hizo una mueca y después se sentó junto a ella.

—¿Qué pasa?— preguntó pasando su brazo por los hombros de ella.

—Nada...

—Espero podamos ser buenas amigas, así como Troye— sonrió mostrando sus dientes.

—¿Y si salimos?— preguntó Troye.

—No sé...— hizo una mueca. —No tengo ganas...

—Vamos a dar un paseo— ánimo Alex.

—Ándale— Troye hizo un mohín. —¿Por mi?— preguntó sin quitar esa carita de cachorro, logró sacarle una pequeña sonrisita.

Alex y Troye la agitaron de adelante hacia atrás.

—¡Por favor!— exclamaban una y otra vez.

—Está bien— sonrió con resignación. —Pero la próxima vez me tocará a mí decidir— sentenció con una risita.

Alex le dio un abrigo y la encaminó hacia la puerta, mientras que Troye cargaba con su abrigo y algo de dinero.

—Hace frío— comentó Alex frotándose los brazos.

—Les dije que nos quedáramos en casa— se encogió de hombros.

—No es tan malo— mencionó Troye abrazándola.

Caminaron hasta que llegaron a un club, ella paró en seco y los miró asustada.

—No.. y-yo no...— balbuceó y la miraron preocupados.

—¿No quieres entrar?— preguntó Troye.

—¿Por qué?— esta vez fue Alex.

Ella se quedó en silencio, aún estaba asustada no pensaba entrar ahí. Fue Alex quién literalmente la arrastró hasta adentro del lugar. La música, el olor a alcohol y a cigarro, las luces, todo la sorprendió. Pero no le gustaba aquel lugar en lo absoluto.

A Million Men. |j.b| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora