Capítulo 1 - Ojos celestes labios de cereza

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Capítulo 1 - Ojos celestes, labios de cereza.

Y ahí estaba yo de nuevo, corriendo sin rumbo, sin mirar atrás, dejando a otros en el camino, como lo había hecho tantas veces. No sentía remordimiento alguno ya que era una costumbre andar sola desde que todo éste desastre comenzó.

Hasta hace poco formaba parte de un campamento. Habían niños, mujeres, ancianos, hombres de familia y gente que solías encontrarte cada mañana, cuando te dirigías al trabajo o a la escuela. Gente que quería sobrevivir y que estaba dispuesta a hacer lo que sea por mantenerse estable en un mundo sin futuro. Aquellas personas me ayudaron cuando...

Me quedé sin nadie al lado.

Me detuve. Miré hacia atrás y pude ver que había perdido a esas cosas que me perseguían derramando sangre, putrefacción y terror. Observé el ambiente a mí alrededor y no veía nada más que árboles, lodo y montones de mala hierba apiñados en el fangoso y resbaladizo suelo. No fue cuando apoyé mis manos sobre las rodillas que me di cuenta como los latidos arrítmicos de mi corazón se podían sentir a través de mi pecho. En un momento sentí que iba a desmayarme por la improvisada taquicardia que empezó a atacarme, pero comencé a respirar profundo y lento hasta que después de unos minutos, mis latidos volvieron a su ritmo habitual.

Limpié el sudor de mi frente para después incorporarme lentamente. Cuando volteé para asegurarme que estaba a salvo, solté un largo suspiro que más sonó como un quejido. Mis segundos de paz se habían terminado, de nuevo.

—Oh, mierda...

Ya podía identificar esos ruidos extraños y atemorizantes a mil kilómetros de distancia. Sobre todo si me encontraba en el bosque, sólo ellos podían avisar su cercanía entrelazándose de una manera muy llamativa entre los arbustos. No podían ser humanos. No con esos gruñidos y ese hediondo olor.

En ese instante, sentí como las piernas me traicionaban y no conectaban con el resto de mi cuerpo. Había entrado en pánico. Al fin y al cabo, hay manías y costumbres que no se pueden ir de uno tan rápido, incluso en medio de un apocalipsis zombi. No podía correr, me había quedado en algo parecido al estado vegetal producto del miedo y la ansiedad. La peor combinación.

—¡¿Qué pasa contigo?! ¡Corre! —Escuché una voz masculina a lo lejos, no sabía de dónde provenía pero me ayudó a reaccionar.

Comencé a correr agachada y de frente. Por un momento me olvidé de esas cosas y quise descubrir el lugar de donde salió aquella voz. Era grave, por lo que supuse aquel hombre estaba entre los treinta... o hasta más.

Cuando en ese momento, dos... tres... cuatro... cinco... seis... diez o más de esos mordedores, como yo los llamaba, empezaron a rodearme. Ya no tenía nada con qué defenderme. No armas blancas. No balas en la única pistola que tenía.

Estaba perdida.

A continuación, lo único que pude ver fue una flecha pasando por encima de mí y de ahí, todo se volvió negro.

Abrí los ojos titubeando un par de veces antes de que estuviera completamente despierta. Lo primero que pude ver fue el techo gris con algunas manchas de humedad. Me di cuenta que estaba en un lugar completamente desconocido. Traté de levantarme, pero un intenso dolor en el hombro derecho me detuvo.

Temí lo peor. Solté un gemido de susto que hizo eco en todo el lugar ridículamente estrecho. Entonces vi las rejas negras y caí en la cuenta de que estaba en una especie de celda.

—¿Una prisión? —Me pregunté en un susurro—. Imposible...

Y para acrecentar el temor que sentía, pude ver que no estaba sola. Alguien se encontraba ahí, vigilándome desde una sucia esquina de la oscura habitación.

—¿Estás bien? —Preguntó casi susurrando una joven, lo pude deducir por su increíblemente dulce voz. Cuando dejó ver su rostro entre la oscuridad pude ver sus bonitas facciones, estaba en lo correcto, era una chica de no más de diecisiete años.

Ojos celestes, muy claros, muy llamativos. Cabello rubio y graciosamente recogido en una cola, estaba algo despeinada, pero eso la hacía aún más curiosa. Piel de porcelana y labios de cereza.

—Creo que tu hombro necesita más atención —continuó— pero no te preocupes, mi papá vendrá a examinarte de nuevo... tienes que aguantar un poco más.

Terminó de hablar y se acercó lentamente hacia donde me encontraba.

—¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tú? —Empecé a lanzar preguntas de manera atropellada, ignorando todo lo que me había dicho anteriormente. Me di cuenta que estaba demasiado nerviosa, por lo que comencé una batalla entre controlar un leve temblor corporal y mi respiración entrecortada.

—¿No recuerdas nada? —La chica de ojos bonitos se alarmó—. Sufriste una caída cuando uno de nuestro grupo te salvó de una horda, él dijo que te desvaneciste y caíste sobre tu hombro derecho —suspiró—. Por cierto, mi nombre es Beth y estás en una prisión que usamos de refugio...

Estreché los ojos en señal de confusión.

—Necesito descansar un poco más —dije aquello sonando fría y hasta grosera, pero no era mi intención serlo, estaba segura que era producto de mi aturdimiento.

Beth sonrió, tal vez por comprensión. Me advirtió que estaría rondando el lugar por si necesitaba algo y sin más, me dejó sola en aquella fría y húmeda celda.

Lo único que recordaba antes de terminar en aquella prisión era la desesperación y ansiedad que sentí al estar rodeada de mordedores. En un instante empecé a recordar momentos que pasé cuando aún estaba en aquel último campamento. Las lágrimas amenazaban con salir de forma torrencial y de pronto, recordé que alguien me había salvado. Me sobresalté.

Todo era casi borroso y comenzaba a sentirme perturbada.

—Esto tiene que ser una pesadilla... —sollocé.

Levanté la cabeza y busqué a Beth con la mirada, pero ya no estaba a mi alcance. No tenía fuerzas ni para elevar la voz y llamarla. Volví a la posición anterior y sin esperármelo, caí profundamente dormida.


***

¡Hola!

Finalmente, me lancé a la piscina. Después de pensarlo varios meses decidí empezar a publicar la historia en la que vengo trabajando hace un tiempo. Sé que el comienzo no es muy llamativo, pero les prometo que la historia va a ir tomando forma.

Soy muy insegura al mostrar las cosas que hago en una plataforma como ésta y Wattpad es un mundo desconocido para mí con respecto a fanfics, por lo que les pido amabilidad en las críticas y sinceridad en los comentarios. Me gusta mucho interactuar con las lectoras, compartir opiniones y recibir ideas para la historia. No se repriman, acá habrá libertad de expresión. ¡ESO SI! Los insultos y agresiones son "mi lado opuesto", por lo que no los acepto por ningún motivo.

Les ruego que me ayuden a superar mi pánico, porque ahorita estoy a un poco de colapsar de nervios al apretar el botón "guardar y publicar". No saben el miedo que tengo de no llenar expectativas. Sé que aquí hay muchas historias que son increíbles, llegando casi a la perfección por lo que estoy completamente intimidada.

Y bueno, lo de siempre:

Ésta historia tendrá muchas modificaciones con respecto a personajes y situaciones. Sería muy aburrido si los fics inspirados en The Walking Dead serían exactamente como la serie/cómic, ¿verdad? Discúlpenme desde ya si omito a algún personaje favorito o escena.

Para terminar, quiero agradecer a la persona que de alguna manera ayudó a que me decidiera. Ana, eres genial y ya sabes que amo tu historia (ZET).

Mucho amor para todos,

Nana.

Civilian - {The Walking Dead FanFic}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora