Besayúname

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Sentí su aliento ya tan, pero tan cerca de mí. Era solo cuestión de segundos que nuestras almas se fusionaran en el calor de aquel beso.

En aquel instante se escuchó, bruscamente, el abrir de la puerta del departamento y los acalorados besos y caricias de una pareja entrando en aquel lugar.
Dante y Pam.
En momento más perfecto no podría haber llegado aquel idiota. Lo mire como animal furioso. Estaba tan ocupado acariciando el trasero de Pam y ella tan ocupada acariciando el miembro de Dan que ninguno de los dos se había dado cuenta de nuestra presencia.
Les seguí observando hasta que se agotó mi corta paciencia e hice un par de ruidos imitando como quien se aclara la garganta para empezar a hablar. Dan volteo a investigar de dónde provino aquel ruido, busco con la mirada hasta que sus ojos se encontraron con los míos, haciendo que estos se abrieran como un par de platos. Rápidamente comenzó a llamar la atención de Pam, muy nervioso, buscando la manera de decirle que se detuviera - ¿¡Qué!? - dijo Pam un tanto molesta. Dan parecía no poder hablar de los nervios así que alterado le indicaba con los ojos que mirara atrás de ella. Lo hizo sólo para encontrarse con la mirada reprobatoria de su amiga. Haciendo que su morena piel se volviera pálida.

Cuestión de nada se ocupó para que dentro de aquel lugar se respirara un ambiente de incomodidad.

- Ho-hola, chicos, ¿cómo les va? - logró decir Dante de manera entrecortada por los nervios.
- ¿Quieres que te conteste o me quedo callado?
- Creo que lo logro entender...
- Me da gusto que sea así. Por cierto, hola Pam
- Hehe, hola Leon. Adha, ¿qué haces aquí?
- Te dije antes de salir pero creo que no me hiciste caso porque ibas embalada con el móvil
- Lo siento - dijo mientras se llevaba una mano a la nuca
- Ummm, creo que nosotros nos retiramos... - dijo Dan buscando una manera rápida de librarse de aquel aprieto - así que con su permiso
- No Dan, está... está bien. De todos modos Adha y yo ya íbamos de salida - me levante del sillón y entré al cuarto por mi chaqueta y el casco. Todo el lugar era invadido por un silencio incómodo. Regresé al living, me acerque al llavero que estaba junto a la puerta, pasando por enfrente del par de tórtolos calenturientos, tome las llaves del depa y la moto.
Me acerque de nuevo al sillón, le extendí la mano a Adha para que saliéramos, tomo su bolso y chamarra, y luego mi mano para salir de ahí.
Esa pesada incomodidad se volvía cada vez peor.

Salimos de ahí, pero antes de que cerrara la puerta volteé hacía con Dante - Oye campeón - dije mientras intentaba esconder una sonrisa burlona, él miro aún muy nervioso - vas a ocupar unos cuantos de estos. No quiero saber que pronto habrá niños en este apartamento - y le arroje un par de condones. Cerré la puerta con severidad pero al final ni Adha ni yo logramos contener la risa y bajamos al aparcamiento dando grandes carcajadas.

- ¿A dónde iremos ahora?
- ¿Qué te parece si vamos a un motel a pasar una buena noche? - dije riendo, pero a Adha no le hizo gracia y me miro muy seria - Oh, vamos es sólo una broma. Sube y verás, es un lugar que ya conoces - le extendí el casco para que lo usara.
Nos subimos en la moto y emprendimos el viaje.

Las calles un poco solitarias acortaron el largo tramo hacia las orillas de la ciudad. Por todo el camino Adha le abrazaba tan fuerte y cálidamente, con tanto cariño brotando por toda ella. Ambos en su mente y corazón llevaban un solo sentimiento que los unió de manera inimaginable. Algo tan especial que ni siquiera en las películas o libros podría describir. Algo que sólo podría suceder en el mundo real.

Llegaron hasta aquel lugar alejado del barullo de la ciudad, la calma lo invadía todo en aquel claro donde la luna dejaba caer su luz pálida y bella. Se podía sentir una brisa fresca inundada del olor del bosque. El par de chicos bajaron del vehículo.

- ¿No crees que es mejor que el departamento? - le mire mientras acomodaba su cabello que había sido compactado por el casco
- Hehe, es mejor que estar con aquel par de apasionados
Sus ojos entre aquella oscuridad brillaban en forma hermosa, como un par de diamantes que esperan ser encontrados por alguien que los aprecie de verdad.
Puse una mano en mi espalda y la otra la extendí hacia ella mientras hacia una reverencia
- ¿Qué haces? - me dijo con tono confuso en su voz
- Bella dama, ¿me puede conceder esta bella pieza? - ella con una sonrisita hizo una reverencia levando un costado de su chamarra simulando un vestido
- Claro que sí, buen hombre - tomó mi mano
Comenzamos a bailar lentamente al ritmo de un vals inaudible. Ella con sus manos sobre mis hombros rodeando mi cuello y yo con mis manos rodeando su delicada cintura. Nuestras miradas fijas, una en lo otra, intentando ver más allá de estas. Sentí como una calidez inundaba mi pecho de manera suave. Nuestros latidos iban al mismo ritmo, unísonos, formando una melodía. Nuestros pies y nuestros destinos bailando al compás de esta.
Sin querer mis pies se enredaron con los suyos haciéndonos caer al pasto de aquel claro. Ella cayó encima de mí y yo por los estúpidos nervios sólo pude comenzar a hacerle cosquillas en tono de juego. Rodamos un poco por el lugar entre medio de risas como niños pequeños.

Al final fui a quedar yo encima de ella con mis manos sobre sus muñecas, aún ahogados en risas que lentamente iban apagándose.
De nuevo estaba atrapado en su mirada, mi corazón latía como queriendo salir de mi pecho y esas mariposas en el estómago habían vuelto.
No lo pensé más de dos veces y le besé.

Un beso, lento, largo, apasionado, que fundía el corazón de personas para volverlo uno solo. 





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