Negocio familiar

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Habían pasado casi un año desde la muerte de mi padre y como era de esperarse tuve que empezar a trabajar con el legado que él me había dejado. Pensé que el ser jefe de una mafia sería como en las películas, al mero estilo de Tonny Montana o como en El Padrino, pero no. La mayoría del tiempo me encargaba de estar viajando a lugares lujosos para completar negocios, recibir cargamentos de armas y drogas, otras veces era encargarse de algo tan simple como un asesinato o un interrogatorio en un almacén viejo que terminaría con otro cadáver siendo tirado a las orillas del puerto. Todo eso tenía sus ventajas pues estaba pudriéndome en dinero, botellas del mejor licor en cada fiesta, mujeres desnudas en cada rincón de las suite en donde me hospedaría, coches que a algunos les había costado la mitad de la vida conseguirlos yo los obtenía dando una simple firma. Era una vida tan sencilla, la policía ni siquiera me buscaba, tenía el mundo totalmente comprado.
Tenía todo y más de lo que siempre había deseado...pero aun así me siento vacío. También me la paso rodeado de personas la mayoría del tiempo pero me siento tan solo.
Es como si esto no fuera algo para mí. No he parado de estar en negocios o en fiestas, es lo que siempre había querido pero no con estas personas. Gente que está conmigo solo por mi posición y mi dinero. Ovejas imbéciles que me seguirían hasta por un jodido precipicio si así consiguieran algo de mí.

Necesito alejarme de todo esto por un rato.

Necesito hacer un pequeño viaje.

Salí de la estación del tren, respirando hondamente el aire fresco del lugar. Baje los escalones y no parecía haber ningún vehículo esperando me para llevarme a mi siguiente destino. Creo que me acostumbre a ese gesto de los hoteles. Me encogí de hombros y empecé a caminar hacia el bar de Mike.
No le había avisado que vendría para acá, tengo sin hablarle desde la muerte del viejo, ese hijo de perra se llevara una sorpresa.

Llegué, el letrero de neón brillaba en lo alto del establecimiento diciendo con letras rojas y rosadas Mike's Bar. El olor a cigarrillo mezclado con alcohol que emanaba del lugar me tría cierto aire de nostalgia. Camine directo hacia la puerta, dentro había el tipo ambiente, universitarios alcohólicos intentando ligar con la que se dejara o simplemente intentando jugar al pool sin rasgar el felpudo de las mesas con la punta del taco.
Seguí mi camino hasta llegar a la barra detrás de la cual se encontraba Mike ocupado como siempre cogiendo todas las cervezas que podía con las manos y dándoselas a las chicas para que las repartieran. Me senté en el lugar de siempre.
- ¿Qué vas querer? - dijo mientras limpiaba el interior de un vaso
- ¿Qué te parce lo siempre? - dije quitando el sombrero de mi cabeza. En ese momento los ojos de aquel cabronazo se iluminaron de alegría - ¡Rick! ¡Has vuelto joder! ¡Has vuelto! - abrió sus brazos para atraparme en un abrazo - Hahahaha, yo también te he extrañado Mike
- Pero, ¿y eso? ¿Te han quitado ya el puesto? Ya sabía yo que no durarías en eso mucho tiempo, hahaha
- Claro que no, imbécil. Vine porque necesitaba despejarme un poco

- Sí, los lujos te deben de tener muy abrumado - dijo con tono de voz sarcástico y haciendo los ojos hacia atrás
- Créeme cuando te digo que ser el que maneja una mafia completa no es fácil

- Ufff, lo que tú digas. Ten toma, lo de siempre - dijo estirándome una cerveza

Tomamos por un buen rato, platicando entre risas. Las horas pasaron rápidamente. Se volvió la hora de cerrar el lugar. Ya no había ni un alma dentro del lugar, sólo Mike y yo, como en los viejos tiempos.
- Wow, en solo unos meses has hecho más de lo que yo viviré
- Hahaha, tranquilo. Si quieres ir conmigo durante un tiempo
- Aaah, no gracias Rick
- ¿Qué? ¿Por qué no? Vamos, aunque sea unas semanas. Te la vas a pasar como nunca
- Te creo pero no puedo dejar este lugar, es mi hogar y a veces es difícil separarse de lo que amas

- Tranqui Mike, te dije que solo unas semanas, no que toda la vida. Además el bar se puede quedar en manos de alguna de las chicas
- Lo sé, lo sé pero...joder, te has convertido en un gangster y es que tengo miedo, no quiero que me salgas de que no existe riesgo alguno pues te apuesto que en este tiempo has estado en más de un tiroteo
Agaché la mirada en ese momento, sentí que algo dentro mío colapso, Mike tenía razón no podría arriesgarlo de esa manera en alguna de mis aventuras ni siquiera yo tengo asegurado que viviré al día siguiente. Ahora que lo veo tener poder tiene sus desventajas pues todos los que amas quedan expuestos al peligro.

- Eh Rick, espabila, sabes que siempre seguiré siendo tu amigo y pasé lo que pasé estaré si me necesitas
- Muchas gracias, Mike, eres lo único que me queda en esta mierda lugar
En ese momento lo abracé a mi hermano de toda la vida con toda la fuerza que me permití, era como si no quisiera soltarle. Sentí como si esa fuese la última vez que lo vería.
- Rick, prométeme que vendrás más seguido

- Claro que lo haré

En ese momento se oyó el derrape de varios vehículos en las calles y varias luces dirigiéndose hacia el bar. Cuatro hombres en motocicletas se posaron enfrente del lugar. Tomaron los rifles de asalto que colgaban en sus espaldas y abrieron fuego contra el lugar.

Las balas atravesaron todo lo que se interponía entre ellas y su objetivo. Botaron cristales por todos lados. Las botellas que se encontraban sobre la barra estallaron en pedazos. Las mesas de billar se astillaban por las balas que atravesaban y rozaban su madera. Los focos del techo se apagaban uno a uno quedando solo unos pocos.
Rick y Mike se encontraban tirados en el suelo del bar intentando sobrevivir a esa ráfaga de muerte que yacía sobre ellos. Las balas cesaron y solo se dejó escuchar el chasquido de armas vacías. Rick se levantó de inmediato sacando una arma que llevada en el cinturón empezando a disparar avanzando hacía los jinetes motorizados, los cuales huyeron en cuanto le vieron vivo.
Un intenso dolor atravesó por el hombro de Rick, una de las balas le había impactado. Se agacho apretando su hombro ensangrentado, soltó un quejido.
- R...Rick... - escuchó la voz de su amigo. Se encontraba desvanecido en el suelo, parecía que no podía ponerse de pie. Rick se dirigió rápidamente hacia él.
Mike había recibido tres disparados, dos en el pecho y uno muy cerca del cuello. La sangre brotaba de la boca de su amigo y de los orificios que tenía en su cuerpo.
- ¡No, no, no, no! Resiste demonios, resiste - Rick hacía presión en el cuello y pecho de su amigo, intentando inútilmente detener la sangre que emanaba - ¡Todos menos tú! Por favor, resiste - había entrado en un horrible ataque de pánico. Mike con las fuerzas que le quedaban estiro su mano hasta de su hermano - Rick... - decía de manera que arrastraba la voz - ¡Cállate idiota! ¡No gastes nada de fuerza! - Rick seguía haciendo presión desesperadamente
- Rick... prométeme que...
- ¡Qué no hagas esfuerzo joder! - las lágrimas empezaron a resbalar por sus mejillas mezclándose con la sangre
- Prométeme... que vendrás más a seguido casa...
En ese instante las fuerzas con las que sostenía la mano de Rick comenzaron a desvanecerse, sus ojos comenzaban a cerrarse y a perder ese brillo que indicaba vida en su interior, sus pulmones dieron su ultimo respiro y su corazón latió por última vez.

Esa noche se escuchó un gran alarido de dolor que recorrió las calles del pueblo.





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