Abismo

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Desde ahí todo se volvió recuerdos borrosos.

Una mujer llamando por teléfono. Una ambulancia. Una camilla. Dolor. Una chica inconsciente y llena de sangre. Un hospital. Desesperación. Emergencias. Doctores. Enfermeros. Más desesperación. Más dolor. Una separación. Anestesia. Calma.

La anestesia había pasado y todo el cuerpo me empezó a doler, solté un pequeño quejido, abrí los ojos, estaba lleno de cables y cercado por aparatos, seguí mirando a mi alrededor y ví a Dante dormido en una de las sillones. Miré hacia, era todo de cristal, era una habitación de cuidados intensivos. Me sentía confundido, aturdido, no podía creer siquiera que esto estuviera pasando, estaba postrado en una de hospital, malherido y todo por culpa del hijo de puta de Rick, ¿Por qué? ¿Qué es lo que quería hacer después de tanto tiempo? ¿Y en dónde estaba Adha? No supe nada de ella, sólo recuerdo cuando nos separaron en la sala de emergencias. Mi cabeza estaba echa un lío, me comenzaba a doler.
Después de eso sólo me quedé mirando hacía afuera, hacia lado pero no pasaron para que algo llamará mi atención, un chico de cabellos castaños y cara recia estaba afuera discutiendo con uno de los doctores, parecía muy molesto, había momentos en los que señalaba hacia acá sacudiendo los brazos con furia o simplemente volteaba hacia mí con los ojos llenos de odio. Al principio no le pude distinguir pero el claro parecido con Adha me hizo reconocerle. Era Matt. ¿Por qué discutía con aquel doctor? ¿Qué había pasado? ¿Qué era lo que le tenía tan molesto?
Era todo tan jodidamente confuso y yo no entendía el porque.

De la nada empezó a caminar hacia la habitación, las puertas corredizas se abrieron - ¡Malnacido hijo de puta! ¡Todo esto es tu maldita culpa! ¡Ojalá ella nunca te hubiera conocido! - ante los gritos furiosos de Matt, Dante se levantó y empezó a forcejear con él para que no se acercara más. Yo me quedé en un maldito estado de shock ante la actitud que había demostraba hacia mi, ¿qué mierda está pasando?
- ¡Todo es todo es tu maldita culpa! ¡Espero y ardas en el jodido infierno!
- Cálmate Matt, no fue su culpa
- Fue su puta culpa. Si no fuera por él, ¡Adha seguiría viva! ¡ERES UN PUTO ASESINO! ¡TÚ MATASTE A MI HERMANA!

Las palabras de Matt me atravesaron el pecho sin piedad, algo dentro de mí se rompió, la impotencia y el dolor me comenzaron a invadir, un escalofrío recorrió mi espalda y la sangre caliente empezó a correr por mis venas, la ira también se volvió parte de aquella oscura mezcla. De manera inconsciente empecé a sujetar las sábanas y tensar todos mis músculos. Esto debe ser sólo una maldita broma, una puta pesadilla. Por mis mejillas empezaron a caer frías lágrimas de dolor. Quería morirme.
- Rick... - dije sin pensarlo y como para mí - fue Rick. Él es el verdadero culpable de todo esto
Matt dejo de forcejear, se detuvo como si le hubieran disparado un dardo tranquilizante. Me miró con cierta lastima en sus ojos y soltó a llorar como un niño pequeño. Dan le ayudo para que se pudiera sentar en uno de los sillones de la habitación. Él seguía llorando y sollozando fuertemente tapándose el rostro.

Habían pasado solo horas desde el incidente con Matt, el doctor me permitió salir sólo para asistir al funeral.

Era un jueves gris. Estaban saliendo de la iglesia con el ataúd de un ángel muerto. Una multitud de almas rotas vestidas de negro, seguían en peregrinación el último recorrido de un alma que ya se fue. El cielo se encontraba amenazante de llorar por aquella pérdida. Sus primeras lágrimas se dejaron ver, cayendo en los rostros de aquellos cadáveres sin vida, tristes, melancólicos, sin luz pues ésta se había ido junto con Adha. Entre las personas que iban cargando el cuerpo de Asha se hallaban Dante y Matt, esté último con las lágrimas cayendo por sus mejillas.
Era una travesía de oscuras intenciones.
Yo iba en una silla de ruedas, siendo arrastrado por la devastada Pam, entre sollozo y sollozo se limpiaba las lágrimas y la nariz con un pañuelo blanco, enegrecido por el rimel que corría de sus ojos.

Llegamos al lugar donde sería sepultada. Todo estaba arreglado con rosas y en medio, una foto suya con un tulipán violeta al pie.
Pero en medio todo estaba ese profundo pozo sin vuelta atrás, ese abismo condenado, al que a un día iremos todos. Pero ella se adelantó sin siquiera esperarlo.

La lluvia que caía era cada vez más fuerte. Las sombrillas negras no se hicieron esperar. El sacerdote no paraba de hablar, los que la conocieron no paraban de llorar, sufrir, desgarrarse por dentro. Era aquel una atracción terrible.
El sacerdote terminó y el ataúd comenzó a bajar. Sentí la necesidad de detenerle, abalanzarme sobre aquél cajón, no quería dejarle ir. No podía. Quise morir en ese momento para poder ser enterrado junto con ella.
Pam me acercó a aquella fosa, tomé una de las rosas de los arreglos y antes de que el primer puño de tierra fuera lanzado, la dejé caer. Iba lentamente como una pluma que lleva el viento, hasta que tocó el fondo.
La tierra no se hizo esperar, caía y caía, cubriendo rápidamente el lugar de reposo eterno de aquel ángel.

Todo parecía haber terminado, todos se iban retirando del lugar poco a poco, los sollozos se iban ahogando. En el lugar sólo quedamos cuatro almas rotas. Matt, Pam, Dante y yo. Todos en silencio, dándole el último adiós. El silencio sólo era interrumpido por el ruido de la lluvia que caía sobre la lápida, la tierra y los paraguas.
Con un gesto puse mi mano sobre mis labios y le di un pequeño beso lleno de tristeza, pose mi mano sobre la tierra húmeda durante un largo rato.

En mis mejillas, una lágrima empezó a rodar camino abajo pero pronto se fusionó con la lluvia que arreciaba.

En ese momento me di cuenta que mi corazón y mi alma se iban con ella.

Tú, Mi UniversoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora