Capítulo 46

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Una vez lograron que me sentara frente a ellos, empecé a hablar.

— Amy, ¿Cómo así que mi hermano? ¿Desde cuando? Él se llama Andy Black, no entiendo.

— No, mi amor. Su nombre es Andy Biersack, igual que tú.

— O sea que mi padre y tú lo abandonaron... No lo puedo creer. — dije tapándome el rostro con las manos.

— No... De hecho... Es hijo de tu padre...

— ¿Qué? — me cuesta creer que mi papá haya hecho algo así: que haya tenido un hijo y que no creció con nosotros. Sé que no estoy en los mejores términos con Amy, pero sé que ella nunca ensuciaría el nombre de mi papá a beneficio de ella. — ¿Cuándo? ¿Cómo?

— Mira... Cuando nos casamos, como 4 o 5 años después, nos habíamos distanciado como nunca, al punto de casi llegar al divorcio. Él tuvo un amorío con la madre de él y la embarazó. Cuando Andy nació fue que tu papá se dió cuenta, ya que la madre de Andy: Claire se lo había comunicado. Él se hizo responsable de Andy de una manera distante ya que vivía con Claire. 3 años después naciste tú.

— ¿Por qué nunca me lo dijeron? ¡Yo también tenía derecho de saberlo! ¡Estamos hablando de mi hermano! ¡No crecí con él, no jugué con él, no le hice bromas! ¡No pasé navidad con él!

— Tú papá quería que fuera secreto ya que no lo hallaba correcto para nuestro matrimonio.

—¿Incorrecto para el matrimonio? ¡Era incorrecto para la familia!— dije casi levantándome del asiento. Me volví a sentar. — ¿Lo supiste siempre?

— Sí, pero nunca lo había conocido. Eventualmente, conocí a Andy y nos llevamos muy bien. Se apegó mucho más a mi cuando Claire murió por cáncer...

— Lo siento Andy, pero Amy, eso es totalmente irrelevante. ¡Y me parece estúpido que no me hayan dicho nada! ¡También es mi derecho! ¿En serio esperar 22 años para darme cuenta? ¡Darme cuenta porque al parecer, ni tú ni mi papá planeaban decírmelo!

Andy solo se dedicaba a mirar el espectáculo y solo me miró directamente a los ojos cuando le dije lo de su madre.

— Andy también lo sabía... Pero no quiso decirte nada ya que nunca te veía, hasta que te conoció en la universidad.

Y volví mi mirada hacia él reprochándolo.

— ¡Ahora todo el mundo lo sabía! ¿El Presidente también? — dije esta vez sí levantándome del sofá. — ¡Andy! ¡Estuviste cara a cara conmigo múltiples veces! ¿Nunca se te ocurrió decirme?

— ¡Tenía miedo que reaccionaras así! — exclamó pero sin gritarme.

— ¡Reacciono así porque me dí cuenta! ¡Porque yo tuve que preguntar y verlo para saber! ¡No me pusiera así si me lo hubieran dicho! Yo... —gruñí interrumpiéndome para desplomarme nuevamente al sofá con mis manos en mis ojos, de nuevo. Tenía ganas de llorar incontrolablemente. Por pura vulnerabilidad. —¿¡Papá, me tengo que enterar de esto ahora que estás muerto?! — exclamé en la misma posición dejando salir solo unas pocas lágrimas.

Respiré profundo y me levanté con camino a mi habitación. Lo último que escuché fue Amy diciendo "Déjala. Necesita pensar." Y me molesta que lo sepa tan bien.

Siempre tuve una imagen perfecta de mi papá. Henry Biersack, el hombre que daba su vida por su nación. Siempre lo creí incapaz de hacerle daño a mi mamá. Al parecer no fue tan doloroso para ellos; técnicamente ya no estaban juntos. Mi madre comprende las razones de los demás, es lo que la hizo convertirse en psicóloga: entendía a las personas. Pero mi papá era diferente: nunca se enojaba. Él era el que recibía los golpes de Amy hacia mí. Él me enseñó a respetar y autocontrolarme — cosa que no llevo tan bien desde que murió —, a pensar en lo que podía perjudicar mis acciones, y él por una simple pelea, no duró mucho para que encontrara en otra lo que Amy no tenía.

Lamentablemente para mí, ese hombre también me enseñó a perdonar a las personas.

Encontré en mi peinadora una fotografía de los 3 abrazados y se me hizo imposible no llorar.

Éramos felices. ¿Y si Andy también hubiera estado en esa fotografía? Quizás este cuarto lo compartiría con él, quizás él me hubiera empujado haciéndome que me raspara las rodillas de pequeña o me hubiera atrapado para que no cayese. Hubiéramos pasado juntos el día del padre, compitiendo en quién de los dos le daba el mejor regalo.

— ¿Por qué no estás aquí para enojarme contigo? — pregunté al techo de mi habitación sin esperar alguna respuesta.

Luego de desahogarme no solamente de ese tema, si no también por el de Syn, me dediqué a lavarme el rostro y luego, bajar.

— Me tengo que ir. — le dije a Amy quien se encontraba en la cocina. — Tengo que solucionar algunos problemas.

— Está bien. — dijo resignándose. Sabía que no iría a ningún lado tratando de convencerme en quedarme.

— Quiero aclarar que no estoy enojada con ninguno de los dos. Todo queda igual, ya medité lo que tenía que meditar. No hablemos más del tema, okay?

— Está bien. — repitió Amy, mientras Andy solo asentía, quien se encontraba en el marco de la puerta.

— Está bien. — imité. — Y tú. — dije dirigiéndome a él. — Gracias por cuidarla.

Solo se dedicó a sonreírme.

[...]

Llegué a mi destino. Eran aproximadamente las 6 de la tarde.

Me encontraba en el elevador jugueteando con mis dedos, mirando mi reflejo en los azulejos brillantes. Una vez se abrieron las puertas en mi piso, se me hizo imposible no morderme el labio inferior con nerviosismo.

Toqué la puerta y no duró mucho para que un Brian, con el cabello más desordenado de lo habitual, abriera la puerta. Obviamente se sorprendió al verme ahí parada más nerviosa que nunca.

— Hola... — saludé sin mirarlo a los ojos.

— Hola... Yo...- Pasa. — me dijo, haciéndose a un lado para que yo pudiera entrar finalmente a su hogar, testigo de tantas aventuras.

Recorrí el lugar con mi mirada. Todo estaba exactamente igual a la última vez que vine. Me senté y él me siguió, sentándose a mi lado.

— ¿No quieres agua o algo?

— No, gracias.

Luego de un largo silencio incómodo, él empezó a hablar.

— ¿Por qué te fuiste así esta mañana?

— Yo... tenía miedo. No sabía qué había pasado. Necesitaba pensar.

— ¿Por qué pensarlo si podías preguntármelo?

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Salseo!

xx.

Jet Black Heart (Synyster Gates)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora