<De nuevo vuelta a apagar el despertador.>
Ya habían pasado las vacaciones de verano y otra vez la vuelta a la rutina. Por una parte la vuelta a esta rutina estaba bien; vería a las chicas después de unas vacaciones alejadas, pero eso no mejoraba el día.
Ya era por la mañana. De verdad, no puedo creer como la gente puede llamar a esta oscuridad ‘’mañana’’, nunca lo entenderé. Me levanto de la cama ya que me había alejado del mundo durante unos largos minutos. Todos volveríamos a la rutina de estudios y sobretodo me jodia tener que ver a esos chicos prepotentes que se encontraban en mi instituto. No los soportaba y creo que nunca lo haría. Después de pensar todo esto fui a la ducha.
Normalmente tardo mucho en ducharme pero tenía que darme prisa, ya que llegaba tarde al instituto. Joder, no me quedaba apenas tiempo. Me di una ducha rápida y me puse el uniforme, pensaréis ¿uniforme? Pues sí, al tener unos padres ricos estaba en un instituto de clase alta por lo que me veía en la obligación de llevarlo, no podía luchar contra eso.
Cuando ya estoy preparada bajo hacia la cocina. Como casi siempre, mis padres están de viaje por asuntos de trabajo, por lo que no me extraña estar sola. Cojo una manzana y por fin salgo hacia el instituto. Voy a tiempo.
Una vez allí me encuentro a mis amigas y nos damos un gran abrazo colectivo. Dios, que las había extrañado. Durante un buen rato me cuentan como lo habían pasado en sus vacaciones. Yo, la verdad, me sentía un poco celosa. Nunca me vería igual de morena que ellas.
Definitivamente necesito salir un tiempo de Canadá.
Cuando empezamos a dirigirnos al edificio donde tenemos nuestra primera clase, vemos como hay una gran variedad de chicos nuevos. Más chicos prepotentes que añadir a la lista. Una sonrisa tonta aparece en mi rostro ante este pensamiento.
Al llegar a nuestra aula nos sorprendemos al comprobar la cantidad de gente nueva que nos ha tocado. Tenemos suerte de que hayamos acabado juntas. Observamos a los chicos sexys que tenemos delante. Aunque sean unos prepotentes hay que admitir que son demasiado comestibles. Todas empezamos a mirar esa gran estampa sonriendo, disfrutando de la gran vista que tenemos.
Mientras veo el panorama mis ojos se posan en un chico sentado junto a la ventana. Se veía tranquilo y contento consigo mismo: chico alto, piel blanca, ojos penetrantes color miel, pelo corto entre castaño y rubio, y sobretodo unos labios perfectos. Cuando salgo de mis pensamientos consigo articular palabra.
· ¿Os habéis fijado en el chico que se ha sentado al final de la clase, junto a la ventana?Directamente mis amigas miraron hacia el chico y se quedaron sorprendidas, pero no tanto como yo. Inmediatamente todas empezaron a hablar.
·Dios, ese chico es guapísimo… ¿Dónde ha estado durante toda mi vida? –comenta Rachel.
· Venga Abby, parece que te lo estás comiendo con la mirada. A ver si se va a cumplir. –añade Eli.
Mientras sigo embobada mirando al chico nuevo, recibo un gran golpe que me saca de mis pensamientos. Miro hacia atrás para ver quién ha sido el estúpido que me ha tirado encima de la mesa y cuando me vuelvo, encuentro a Kenny, la cual está de brazos cruzados sonriendo como una tonta.
·Chica, deja de mirarlo. Ya sabemos que estás caliente por él, pero será mejor que pares.
Todas empiezan a reírse del comentario hasta que ven la cara de indignada que tengo. Nos miramos durante un segundo y estallamos en una gran carcajada.
Nos seguimos riendo durante unos minutos, hasta que el profesor llega. Desde hace unos años, para fomentar las relaciones con los nuevos alumnos, se lleva a cabo el sitio al azar, es decir, con quién te toque el primer día será tu compañero hasta final de curso. Algo precioso…
Casi todos estamos de pie, por lo que empieza la carrera para poder tener un buen compañero.
Cuando salgo de mis pensamientos, me encuentro sola en medio de la clase con la mirada de todos mis compañeros ya sentados. Me quedo mirando a quién será mi compañero durante todo el curso, y joder, Dios está hoy a mi favor.
Poco a poco me acerco a la última fila donde se encuentra sentado él. Durante unos minutos estoy escuchando las explicaciones del profesor hasta que mi don por saberlo todo sale a la luz.
·Encantada, soy Abby ¿Y tú? –le miro a los ojos hasta que él vuelve la cara y dice en un susurro.
· Mi nombre es….