Varada

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Pasaron dos días después de eso. No sé esperen mucho, pues Goku y yo manteníamos la misma comunicación, es decir, poco existente, claro, nunca se salvaba de mis múltiples burlas.

Los caminos eran cada vez más largos y las estaciones de servicio cada vez más lejanas. Hacíamos una comida en las mañanas, en la noche dormíamos en el camión. No mal piensen. Él se volteaba dándome la espalda y yo hasta tarde me quedaba observando las estrellas. En mi ciudad nunca antes las vi tan brillantes. Y el paisaje, cambió de ser planicie a ser escarpado con frondosos pinos.
Me sentía en el cielo.

—En aproximadamente unas dos horas llegaremos a un lugar donde podrás cambiarte —Lo escuché decir mientras yo tenía la cabeza asomada por la ventana como si fuera un perrito.

—¿Lo dices porque apesto? —Exclamé tras voltear y sacudir mi ropa— Pues, Son, te digo que desde que te conocí apestas. Y en todo este tiempo aquí nunca te he visto cambiarte esa mugrosa chamarra —Señalé su sudadera anaranjada.

—Touché —Respondió en una débil sonrisa. Hice lo mismo.

Inmediatamente noté que tras algunos movimientos, la velocidad del transporte comenzó a disminuir. Mirando hacia el frente ví que estábamos llegando a unas casillas de peaje. Ya habíamos dejado dos distritos atrás.

—En la guantera encontrarás unos documentos y una billetera —Dijo señalando dónde debía buscar— Búscalos y dámelos.

—¡A la orden, general! —Me puse firme y con la mano hice un gesto de saludo militar.

Quité mi cinturón de seguridad y tras abrir la pequeña cajuela comencé a rebuscar lo que me había pedido. Era sin duda, un hombre muy sucio y un completo desorden, nada ahí tenía un lugar específico. Lleno de papeles y quizás basura de frituras.
Pero cuando localicé la billetera, junto encontré una fotografía.

Saqué rápidamente los documentos, su pasaporte más bien, y la billetera para quedarme con la foto y observarla con atención.

Abrí los ojos y casi me atraganté, Goku estaba sonriendo en esa imagen. Una hermosa y sensual sonrisa se formaba en sus labios, tenía un hoyuelo en su mejilla izquierda y un adorable brillo en los ojos. Me quedé sin palabras.
No salía solo, tenía a una joven entre sus brazos, estaban abrazados. Ella igualmente sonreía mirando a la cámara, era de cabello rubio ondulado. Y ambos, al parecer, estaban frente a un lago de algún parque.

—Wow, que alguien me saque los ojos. ¡Goku estás sonriendo! —Exclamé mientras levantaba la fotografía.

Él giró. Creí que actuaría diferente, pero frunció el ceño, y vociferó.

—¡Baja eso!

Con una mano intentó quitarme la foto. Esquivé su agarre y antes de que hiciera otro intento el sujeto de la casilla de peaje le habló para pedir documentación y que pagara. Le dijo que yo era su hermana.
No sé por qué, pero me estaba ya cansando de esa farsa, no éramos hermanos. No éramos nada.

°°°

Media hora después de que dejamos atrás las casillas volví a tocar el tema de la fotografía.

—¿Quién es ella? —Pregunté— Es muy linda. Y se ve que eras feliz. ¿Es tu hermana?

En un descuido me arrebató la imagen y la guardó en su bolsillo sin molestarse en doblarla.

—¿Es alguna amiga tuya?

—No y no —Respondió firmemente. Apretando su agarre en el volante.

—Oh, ¡entonces es tu novia! —Grité al momento que aplaudía— Vaya, Goku. Resultó que estaba equivocada, eres todo un galán —Dije mientras le codeaba.

No respondió. Mordí mi labio, ojalá no hubiese insistido.

—Goku, ¿Quién es ella y qué hizo que te dejó amargado?

Frenó de golpe. Había olvidado colocarme el cinturón de nuevo y casi choqué con el parabrisas.
Mi corazón latió a prisa. Me miró más que molesto, ardiendo en cólera y después devolvió su vista al camino. Nos quedamos un tiempo estacionados, sin movimiento y en silencio.

Intenté lentamente tocar su hombro.

—Bájate —Susurró.

—¿Qué dices? —Pregunté con un nudo en a garganta. ¿Acaso me había dolido su indiferencia?

—Que tomes tus cosas y te bajes —Dicho esto se estiró hacia mi lugar y me abrió la puerta. No dirigió su mirada a mí en ningún momento.

Convencerlo sería inútil, y yo tenía orgullo.
Así que tomé mi mochila y me lancé hacia afuera. Un quejido surgió de mis labios cuando caí en las piedrecillas. Frente a mí se elevaba el monstruoso bosque, atrás estaba el tráiler de Goku, y el sol comenzaba a ponerse.

Creí que se retrataría.
En su lugar escuché la puerta del copiloto cerrase y el motor rugir de nuevo.

Me aferré a mi mochila cuando lo vi alejarse. ¿Él miró atrás?

Enséñame El Mundo «Gochi» [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora