Llovizna

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Caían pequeñas y lentas gotas de agua fría del cielo mientras caminaba a pasos cortos en la carretera.
Subí la capucha de mi sudadera y metí las manos en los bolsillos de la misma. Me apreté, había mucho frío.

Tenía la mochila en mi espalda, sacudía mi cabeza intentando olvidarme a todo lo vivido con Goku. La opresión en mi pecho seguía, ¿Qué le hice para que quisiera dejarme?
Y yo que creía que por fin había hecho un amigo.
Ante mis ojos los árboles se veían como si danzaran, al compás de la llovizna y el crujir de mis botas sobre las piedras.
Reí, algo me causó gracia y comencé a reír a carcajadas.

En el momento en el que sentí mis costillas doler, el sonido de un vehículo grande acercarse desde atrás me hizo girar.
Bendito color de tráiler, sólo alguien lo tenía de esos tonos tan llamativos.

Se estacionó, no aceleré mi paso.
No debí dejarle esa nota a la señora Gine sobre la cama agradeciéndole, con ella no estaba molesta, sino inmensamente agradecida.

—¡Milk! —Escuché a Goku llamarme después de que la puerta del tráiler se azotara.

Lo maldije lo suficientemente bajo como para que no escuchara.
Se apresuró y corrió hasta posicionarse junto a mí.

—Vuelve, por favor. Está lloviendo, te enfermarás —Gritó, la lluvia arreciaba ya.

—Déjame en paz —Dije sin mirarle.

Un acueducto antiguo y casi destruido de piedra estaba a un lado del camino, a pocos metros del bosque, era una especie de canal. Corrí y me subí a él, elevándome pocos centímetros más que Goku.

—Milk. Dime qué escuchaste.

Sujetó mi brazo, volteé enojada y saqué la navaja Suiza de mi bolsillo, apuntándolo con el cuchillo para pelar. No quería lastimarlo, sólo que se fuera y me dejara de seguir.

—¡Escuché lo suficiente. Vete, yo puedo irme sola! —Esta vez fui yo quien elevó la voz.

Apretando los dientes y mi agarre en la navaja, a punto de estallar, rogaba por no hacerlo, no frente a él.
Soltó mi mano y retrocedió. Mi mano temblaba y él lo notó.

—No puedo dejarte ir así como así —Susurró, cubriéndose la frente con una mano para evitar que le cayera agua encima.

No me interesaba lo que decía.
Fruncí el entrecejo y seguí mi camino, confiando en que ya no me seguiría. Me equivoqué.

En cuestión de segundos había jalado mi brazo, con la suficiente fuerza como para hacerme caer del canal, para tenerme entre sus brazos y su pecho. Una vez más sentí su respiración sobre mi rostro y sin siquiera quererlo o pedirlo. Sus labios estaban sobre los míos.

La navaja de mi padre cayó al césped.

Tenía los ojos cerrados y me abrazaba, juro que mis glóbulos oculares estaban por salirse de sus órbitas. Movía su boca en la mía y yo no sabía qué hacer. Era la primera vez que un hombre me besaba.
Y se sentía jodidamente maravilloso.

Cerré los ojos y me dejé guiar bajo la lluvia, las gotas de agua se colaban desde nuestras narices hasta arrastrase de forma lenta en el filtro de nuestros labios, enfriando el punto donde habíamos contacto.
Su mano se había colgado en mi cintura, yo enredé los dedos en su cabello extraño y húmedo, y aunque yo no hice algún movimiento, él había comenzado a tirar de mi labio inferior.
La sensación que había estado sintiendo desde días antes con él, volvió. Un cosquilleo desde mi estómago hasta mi vientre, cuando sentía que buscaba unirnos más de lo que ya estábamos.

Me aparté buscando aire e inhalé fuertemente hasta llenar mis pulmones de nuevo, jadeaba. Todo mi oxígeno él se lo había robado.
Seguía entre sus brazos, mirándolo directamente a los ojos pues gracias a pila de piedras donde estaba llegaba a su tamaño.

Levanté la mano derecha e intenté quitarme la sensación de su boca de la mía. Agarró mi mano y la bajó hasta mi costado, entrelazó nuestros dedos y con sus dedos acarició la comisura de mi labio.

—No lo hagas —Susurró.

Cerré los ojos y acarició mi mejilla, sentí su calor.
Besó mi nariz.

°°°

Terminó de acomodar el futón color crema sobre la caja del tráiler y puso las manos en su cadera.
Había dejado de llover y las nubes habían descubierto las estrellas y de nuevo la luz de la luna.

Goku suspiró y sacudió su cabello mojado, pringando mi cara con agua. Sonreí levemente y me abrigué en la toalla magenta que me había dado.

—Puedes cambiarte, iré abajo y haré lo mismo —Me dijo.

Asentí y apenas bajó de la caja, comencé a sacarme la ropa empapada para cambiarme por prendas limpias y secas, aunque eso incluyera la interior. Enserio, no quería enfermarme.

Por primera vez en todo el viaje me coloqué la pijama que había estado guardando y la ropa mojada la metí en una bolsa de nailon.
Quería sentir calor.
Apenas terminé de ponerme la blusa, el cabello de Goku se asomó por uno de los costados del camión.

—¿Ya pudo ver? —Preguntó con voz de niño.

Reí y le dije que sí.

Cuando se asomó, no era pijama, pero la ropa que usaba era cómoda y abrigada. Se aproximó a mi lado y se sentó en el futón junto a mí.
Me miró a los ojos y sentí mi rostro arder.

Miré sus labios y mordí los míos.
Ese momento fue uno no olvidé y jamás olvidaré.

—Tenemos que hablar —Me dijo, sosteniendo detrás de su cabeza con la mirada hacia abajo.

—¿Del beso, de la fotografía o de tu familia?

—De todo un poco.

El color rojo se apoderó de sus mejillas y elevó la vista.
Crucé las piernas y coloqué mis codos en ellas, sostuve mi cara con las palmas y ladeé la cabeza.

Dispuesta a escuchar.

Enséñame El Mundo «Gochi» [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora