Epílogo

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Y desde todo aquello, han pasado cinco años. A veces parecen más, a veces parecen menos. 
En cualquier caso, seguí con mis estudios y en una semana me graduaré en gastronomía. Opté por ya no depender de mis padres y ahora, trabajo de medio tiempo en un restaurante; por el momento, lavando platos y como camarera. Pero todo con tal de ser independiente.

Abro la puerta de la cafetería y la campanilla sobre mi cabeza tintinea, produciéndome un aire de nostalgia y júbilo.
Me dirijo a la barra con paso presuroso y encuentro a Bulma, de espaldas.

—¡Bulma! —Saludo con un gesto alegre, se sorprende y gira para quedar de frente.

—Milk, qué felicidad volver a verte —Finge limpiarse lágrimas de los ojos— Has crecido tanto —Ruedo los ojos, nos vimos hace seis meses.

—Sí, bueno, quería felicitarte —Al momento en el que lo digo, saco la invitación blanca de papel grueso que llegó a mi departamento ayer por la mañana.

Observo las letras impresas, de color dorado claro y llamativas. Las iniciales de Vegeta y Bulma. Su boda será el próximo fin de semana, me invitaron.
Bulma me buscó un año después de mi despedida con Goku. De alguna forma nos volvimos amigas. Yo de vez en cuando la visitaba aquí, en la cafetería. Algunas de esas veces Goku estaba, otras no debido a los viajes que tiene que hacer. Puedo decir que he hablado más veces con Vegeta que con Goku desde ese día.

—Gracias, Milk. Será un honor que vayas, no tienes idea de lo mucho que te aprecio —Dice.

La veo muy feliz y sonriente, los nervios de su pronta boda se ocultan en la enorme sonrisa que mantiene. Siete años de noviazgo con su prometido, es una cifra que incluso a mí me asombra. Era necesario que ya se casaran, me alegro por ellos.

—Dime, Bulma. ¿Invitaste también a Goku? —Muerdo mi labio inferior. No es que quisiera verlo ni tampoco hablar, simple curiosidad, creo.

Vuelve a sonreír y me mira de forma pícara, por así decirlo. Me ruborizo pues sus pensamientos son legibles a distancia.

—¿Por qué no le preguntas tu misma?

Siento mis piernas flaquear y el aliento escaparse de mis labios. ¡Goku está aquí! La de ojos azules nota mi enorme nerviosismo y me señala hacia atrás, una mesa cerca de las ventanas, donde Goku, con la nariz de nuevo, entre las hojas grises de un periódico. Parece que no ha notado mi presencia desde hace tiempo. Aprieto el pequeño bolso que cuelga de mi hombro, aquel en dónde está guardado mi pequeño diario con mi grandiosa travesía, el que apenas terminé de escribir hoy.

—No creo que quiera verme —Digo bajando la mirada. Duele admitirlo, pero mis sentimientos hacia él no han desaparecido del todo.

—Goku no es de los que superan rápido y a prisa —Susurra.

Un cliente de acerca a la barra y Bulma corre para atenderlo.
Exhalo y me dirijo a Goku. Mi corazón palpita con fuerza a cada paso que doy, no tardo en posicionarme frente a su mesa. Junto mis rodillas con fuerza.

—Hola, soy Chichi Gyumaō, me han dicho que vas al otro lado del país ¿Puedes llevarme? —Digo con una sonrisa y elevando la voz.

Me escucha con sorpresa y cuando nuestras miradas chocan, se levanta a prisa de la mesa, rebasando mi altura.

—¡Milk! —Exclama. Se lanza hacia mí y me abraza sin tanta fuerza. No lo dudo y abrazo sus hombros también.

Se siente bien oler su aroma de nuevo.

—¿Cómo estás? —Le pregunto en cuanto nos separamos, me mira de arriba abajo, como si me escaneara.

Su semblante cambia a uno un poco más serio. Se rasca la nuca con euforia y tras unos segundos de mirar hacia abajo, me mira a los ojos.

Enséñame El Mundo «Gochi» [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora