Fechas especiales

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—Cuídalo bien, por favor. Es el único que existe y es un excelente hombre—Le decía al árbol ficus que estaba en el balcón, refiriéndome a Goku.

Él aún dormía, estaba envuelto entre las sábanas color crema que estaban en la enorme cama, sin camisa, y sujetando también las que yo usaría si estuviera durmiendo. Tenía la boca abierta y una expresión de frío, seguramente debido a que yo tenía el ventanal abierto de par en par.

Me había levantado temprano pues era una fecha, que, aunque para mí no era muy especial, quería que Goku estuviera feliz, o un intento de ello. Noche buena.

Terminé de regar el ficus y dejé la jarra de cristal en el cuarto de baño, arrastrando los pies por la alfombra. Me acerqué a Goku y me apoyé sobre su pecho. Despertó levemente y me sujetó por los hombros. Le dije que me viera por la noche en el puente sobre el que habíamos pasado el día anterior. Un puente de hierro forjado sobre un río pequeño, en medio de un parque, que conocí mientras caminábamos.

Goku asintió y volvió a dormir. Me coloqué el gorro de lana color púrpura que tenía en la mano y salí de la habitación con todo y mi mochila.

El día entero después de desayunar en el lobby del hotel, busqué algún regalo para dedicarle a mi compañero. No quería algo típico, sino algo que apreciara y que cuando viera me recordara, pero que no dejara de ser algo que le guste. Claro, tenía unos tantos Zenis en mi mochila que guardé para emergencias.

Comí mis pensamientos de aquí para allá hasta que encontré una tienda de manualidades. Dudosa entré, no quería entregar un dibujo de niña de kinder con manchas de pegamento.

Saludé al noble anciano que atendía la tienda y observé los alrededores de la tienda. Había múltiples modelos armables y pinturas.

—¿Busca algo en especial para estas fechas? —Me preguntó tras ponerse detrás de mí como un fantasma. Salté.

—Estoy buscando algo para mi... —No busqué las palabras para nombrar a Goku, mordí mis labios— Para mi amigo. Pero no quiero dar algo que parezca hecho por una niña de seis años.

Me estremecí en cuanto vi una amplia sonrisa formarse en los viejos labios del anciano y sujetó mi muñeca. Dijo que tenía el lugar exacto para lo que yo buscaba y salimos de la tienda, hasta un local junto que decía en letras cursivas "taller de madera". Comprendí y también sonreí.

Ya estaba sobre el puente, Goku no había llegado. Cuando pasé por el hotel para darme una ducha y cambiarme la ropa cubierta de aserrín no lo encontré ahí. Algo oprimió mi pecho, sabiendo el pasado de Goku temí que se hubiera ido a algún bar.

Todos esos pensamientos se alejaron cuando escuché las hijas crujir y encontré a Goku caminando hacia mí con ambas manos dentro de los bolsillos de su chamarra de cuero. Se veía atractivo.
Sujeté el regalo que hice y que estaba envuelto en una blusa. Temblé.

—Hola, Milk —Saludó con un beso en mi mejilla y se apoyó en el barandal— ¿Para qué me citaste aquí?

Desenvolví el regalo de mi blusa y lo puse frente a su cara mientras desviaba la mirada. No escuchar nada de su boca me hizo sentir mal.

—Lo hice para ti. Feliz navidad —Dije casi tartamudeando.

Sentí el tráiler de madera desaparecer de mis manos. Abrí los ojos y miré a Goku observarlo con detenimiento. Traté con todas mis fuerzas y ganas de hacer un modelo a escala de su trailer, incluyendo la pintura. Un grupo de estudiantes en el taller me ayudaron.

—Me encanta, Milk —Mi corazón se relajó ante lo que dijo. Suspiré y me abrazó— Pero navidad es hasta mañana —Susurró en mi oído haciéndome temblar.

Tomó mi mano derecha y su mirada se preocupó. Tenía pequeñas heridas que me hice mientras cortaba la madera. Mordió mi labio. Besó mis manos lastimadas y subió a mi rostro, me sujetó de la cintura para después besarme.
Fue la mejor navidad que había pasado desde que tenía memoria.

°°°

Los recuerdos de la mañana seguían frescos en mi mente. Fue en extremo divertido pasar al asilo donde estaba el abuelo de Goku, Son Gohan.
Le sorprendió igual que a sus padres encontrar a Goku con una joven, mucho más joven que él de hecho, pero Goku no dijo que fuéramos algo más que amigos, para no preocupar a su abuelo, o darle esperanzas. Fuimos para desearle feliz año nuevo.

Realidad yo fui la que convivió jugando Bingo con los abuelitos, Goku estuvo sentado bebiendo leche caliente en un sofá mientras unas viejitas intentaban peinarlo. No pude evitar reír. Son Gohan quiso hablar con Goku a solas, seguramente sobre su actitud pero él se negó, supongo que te lo mejor.

Era hasta el momento, el cumpleaños más divertido por el que había pasado en mis, ahora, Diecisiete años.
Ese día cumplía mi mayoría de edad, siendo reconocida e independiente ante la sociedad.

Goku estacionó el tráiler, o mejor dicho el carro de tracción en una colina. Pasamos a buscarlo dejando el semiremolque o la caja en las bodegas que aún seguían cerradas después de que terminamos de visitar a su abuelo. Ya era de noche, la vista desde el mirador en la colina era hermosa.

Todas las personas estaban en fiestas o bares. Yo estaba con Goku, y estaba feliz por ello.

Otro secreto del tráiler de Goku, la pared que dividía los asientos de la cabina para dormir se podía quitar con un pestillo en el techo. Goku la bajó y extendió todo el espacio volviéndose una especie de cama o futón. Nos acostamos con la mirada al parabrisas para contemplar el cielo.

Hicimos tiempo hablando y contando historias de miedo, hasta que a la media noche los fuegos artificiales comenzaron a escucharse y pronto, a verse. De distintos colores, formas. Celebrando el año nuevo.

—Feliz cumpleaños, Milk —Dijo Goku sorprendiéndome mientras se ponía sobre mí.

Besó mi frente y abracé sus hombros.

—Gracias, Goku —Exclamé con los ojos cerrados.

Besó mis labios, mi nariz, mi cuello. No con delicadeza, sino con fuerza y de una manera salaz. 
Era evidente que Goku quería llegar a otro asunto esa noche, y que yo, no me opondría.

Enséñame El Mundo «Gochi» [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora