01: ¿Tú eres marico o te rascas el culo con una salchicha?

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Muy buenas, mi gente bella.

Mi nombre es.. espera, frenemos el carro ahí un momento, ¿Es realmente tan importante decir mi nombre? Digo, porque siempre las historias que comienzan así terminan mal. Un ejemplo claro de ello es la película Desde mi cielo, la pobre Susie salmon sufrió tanto. No, mejor me ahorro la presentación, ustedes son inteligentes y se darán cuenta de quien soy, si.

Pero si puedo contarles de donde vengo. Soy de Venezuela. Si, el país que tiene las siete coronas, la reina pepiada, el salto ángel y a un imbécil como presidente.

En fin, en estos momentos estoy terminando de ver el ultimo capítulo de mi dorama favorito. Dios mio, estos carajos con ojos de alcancía me traen loca.

—¡Grecia, ven aquí!—escucho el grito de mi abuela—. Necesito tus nalgas sucias.

Puro amor en esta casa.

Corrí hacia su cuarto y abrí la puerta de golpe.

—Dígame, vieja.

—Necesito tu cuerpo del deseo para una vaina—murmura y se acerca a mi con una cinta de medir.

Mi nana es costurera y siempre me utiliza como maniquí cuando está haciendo prendas.

—Bueno, ¿Que es ahora? ¿Un vestido o una blusa?

—Un vestido para la carajita que vive en la esquina, su cuerpo de es parecido al tuyo—me responde y sigue midiendo—. Pero claramente puedo notar que tienes más proporciones que ella—añade y suelto una carcajada.

—Ni modo que para un hombre, nana—digo con sarna.

—¿Que sabes tu si es para Renatha?—me refuta y yo frunzo el ceño.

Renatha es nuestra adorada vecina transgenero. La nena suele exagerar un poco con su coqueteo hacia cualquier individuo del sexo opuesto que pase cerca y a veces es algo incómodo. Aún así la queremos.

—Uy, nana—ella se burla de mi cara—. ¿Recuerdas la vez que le presté ropa?—asiente con la cabeza y continúo hablando:—Al día siguiente Marie la quemó.

Suelta una larga carcajada contagiándome a mi también.

—Ya te puedes ir, muchas gracias por el préstamo—dice y me da una nalgada.

—Gracias, fue un placer haber prestado mi cuerpo del deseo.

Me fui corriendo de nuevo a la computadora para buscar alguna vaina nueva que ver.

—¡GRECIA!—escucho gritar a mi mamá—. ¡Tu tío te está llamando!

Corrí rápidamente a la sala y tomé el teléfono entre mis manos.

—Hola tío querido, ¿Sabes quien es lo más bello de Venezuela, verdad?—lo saludo acercando la cámara a mi nariz.

—Yo no vivo en Venezuela—acerca la cámara a su nariz imitándome—. Y no te pienso mandar más libros, me vas a dejar pelando bolas.

—Quien dice que los quiero—murmuro y hago un puchero.

—Si los quieres tienes que venir a vivir conmigo.

—Coño, suena tan sencillito decir esa vaina, pero no se puede hacer realidad tan fácil—limpio una lágrima falsa.

—Si se puede—dice con inocencia fingida.

—¡NO JUEGUES CON ESO!—le reprocho.

—No estoy jugando—me dice y sonríe—. ¡TE ACEPTARON LA VISA!—grita y se me erizan todos los vellos del cuerpo.

LATINA ―5SOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora