Voy de camino al supermercado y siento que me persiguen, una fuerte mirada en mi espalda, pero cada vez que volteo veo a nadie. Ya estando adentro no siento esa angustia, el primer pasillo que decido entrar es el de higiene femenina, ya que esa zona está solitaria y no siento tanta verguenza.
Estoy viendo todo los producto, me quede entrtenida leyendo que no escuche cuando alguien se me acercaba y sentí algo en mi espalda baja y cuando me giré, se me cayó lo que tenía en la mano, porque el individuo que estaba enfrente de mí tiene los ojos rojos como el mismo diablo.
—Suéltame...—.
—Hey chica— siento que alguien me da pequeños golpes en mi mejilla derecha —¿oye estás bien? —.
—Sí eso creo... ¿dónde estoy? — mi vista está borrosa y trato de enfocar, pero esa luz es tan brillante que no ayuda mucho —estás en la oficina del dueño cadenas supermercado J&C. Uno de los empleados te vio tirada en el piso y sola, así que te trajimos aquí—.
—¿Qué fue lo que te paso? —. Mi vista se aclaró en que el hombre me esta explicando, ese moreno, ojos grandes y tiene un fuerte olor a té verde, le iba a responder, pero mi atención se desvió a la entrada por donde un señor ya mayor, diría que es de nos sesenta años, bajito, su pelo totalmente blanco, con barba, no es gordo, tampoco delgado. Me mira serio, puede decir, como si me hubiera robado, pero algo preocupado.
—Señor ya la señorita ha despertado, aún sigue algo aturdida por lo que veo— el señor dirigió su mirada a mi dirección, me mira tan fijo que siento un escalofrío recorrer todo mi cuerpo, ¿y sí vio lo mismo que yo? ¿y si no me creer? ¿me tomara por loca? No sabría qué pensar, el solo me mira a la cara, como si buscara algo o si me conociera.
—Antonio haz el favor déjame sola con la joven—. El empleado se quedó sorprendido por lo que dijo y obvio yo no me quedo atrás.
—Pero señor...—. Lo decía con cautela o como advertencia no sabría cómo interpretado lo.
—¿Te pedí alguna opinión? — este se le quedo en shock por su respuesta y a mí me está asustando por cómo estaba actuando. Antonio, creo que se llamaba, cambio su semblante y solo le dio un asentimiento y comenzó a caminar a dirección a la puerta, pero este le llamo —Antonio—.
—¿Si señor? —. lo miro algo confundido.
—Cierra la puerta cuando salgas—. El director, o eso creo, estaba inexpresivo. Su actitud me da la sensación de que nada bueno esta pasando. Había algo más, vio algo más de lo que yo vi.
—Jovencita, estaba viendo la cámara de seguridad para saber qué fue lo que le paso, pero esta no mostró nada—. No le deje terminar de hablar.
—Creo que debió de mirar bien esa cinta porque un hombre se me pego a mi cara y tenía los ojos rojos— este se me quedó mirando con algo de pena, como si estuviera loca, pero no lo estaba —se lo juro que lo vi, créame, no estoy mintiendo...—. no me dejo ni terminar.
—Y le hizo esas cortadas también en los brazos— me mire el brazo derecho y me fije que tengo el abrigo un poco subido y lo entendí, claro que piensa que estoy loca, de seguro cree que estoy haciendo esta actuación por falta de atención, pero no es eso o bueno quizás sí ya que mi madre no me busca ¡pero no es el caso!
—Lo que me faltaba. Como no me cree me iré, no vale la pena—. Se lo dije mientras me baja la manga del abrigo para que no se me viera nada, me levanté del sillón dispuesta a irme, pero él me agarró del brazo.
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Obeses.
Short StorySolo quería ser feliz No entendía por qué la vida me la ponía tan difícil, más de lo que era. Necesitaba entender porque me había pasado todas esas desgracias. Yo había aceptado que mi madre no me amara, que me maltratara física y psicológic...