Al compas del tiempo

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Hace tiempo que aprendí que no debes insistir, pues vivir es madurar y si alguien se quiere ir, déjalo marchar, más si se queda a tu lado lo debes apreciar.

No cualquiera tendrá el valor de ver tu parte más oscura y acurrucarse en tus brazos a sabiendas de que se podrías romper cual copa de sal, frágil, mi corazón, frágil, lágrima de cristal.

Triste, más no, no has de llorar y lo sé, se que es difícil porque el miedo te invade, lo evades, no lo quieres perder, no lo quieres asumir, le quieres más de lo que te gustaría admitir y esa es tu debilidad y tu fortaleza, tu poder y tu maldición, tu única certeza.

¿Te ha cambiado? No, sólo me ha hecho perder la cabeza, y a hora el es mi mayor proezas y mi esperanza de que por una vez en la vida puede que algo me haya salido extemadamente bien o funestamente mal, el tiempo decidirá.

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