Me preguntaron...

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Me preguntaron ¿Quien es él culpable de esa tonta sonrisa?

Quizás no seas mucho para nadie, pero yo pensé en ti y no es mucho, no es nada, porque no somos nada, él así lo quiso, pero el problema está en que cuando mi mente escuálida trata de olvidar un noche cálida aparece de nuevo él a abrir la herida que aún palpita por el golpe de la puerta al cerrarse, de esa despedida fría, rebosante alevosía.

Llegó alguien que me dijo déjate caer y confía porque en mis brazos solo para el amor hay cabida, te cuidaré, sanaré esa herida, tú solo fiate, y no habrá caída insoportable, como no hay ojos impenetrables y le dije que no, aunque mi yo vulnerable deseaba hacerle caso.

Ahora cae el ocaso y mi mente se sigue preguntando porque no le hice caso, aunque mi corazón rebosando en su descanso tiene claro que no puedo hacer el daño que un día me lastimo y sueña con olvidar momentos ácidos para dar paso a instantes dulces, gentiles y cálidos en otro labios.

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