Abrí la puerta

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Abrí la puerta y cuando menos lo esperaba apareciste, estabas allí, yo maldije a la casualidad cuando te vi, apareciendo de nuevo de improviso, tan inoportuno como siempre, las voces de la gente de alrededor se convirtieron en murmullos inaudibles para mí, todos desaparecieron por un instante, mientras yo me acercaba a ti, con apariencia segura y firme pero inquieta en mis adentros e iba descendiendo peldaños.

Te observaba fijamente porque me es imposible perderte de vista cuando estás cerca, nuestras miradas se cruzaron y yo llegaba poco a poco al final de esas escaleras interminables donde te encontrabas tú, con tu sonrisa radiante que hizo a mi corazón latir más rápido y fuerte.

Dos besos me supieron a poco y apenas hablamos un par de palabras pero debía irme, llegó una amarga despedida que apenas fue un cordial saludo y la puerta se cerró golpeándome más fuerte que nunca y rompiendo en mil fragmentos mi mente que pasó la noche inevitablemente pensándote.

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