Una historia de amor roto

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Nadie lo sabía, ni siquiera lo sospechaban pero apesar de su sonrisa, ella estaba rota.

Estaba rota por amor, ese que tanto quería y cuando por fin lo encontró, luchó por él y lo consiguió, poco después fantasma del pasado volvieron a atormentarla, del pasado de ambos, siempre se lo recordaban, vivía anclada al pasado por dichos fantasmas.

-No, no puedo creerles, no quiero creerle, eso no volverá a pasar- se decía.

Entonces él le cogió de la mano y le susurró al oído:

-Todo va a salir bien- y ella sonrió de nuevo.

Entonces se volvió a romper, esta vez por miedo a que la persona que amaba no la aceptase, tal y como es, con su pasado y sus efectos secundarios, pero él permaneció a su lado.

Y ella se volvió a romper por celos, se dio cuenta de lo que él valía y no le quería perder bajo ninguna circunstancia, le quería más de lo que solía admitir, y él permaneció a su lado.

Pero ella se volvió a romper por deseo, por el deseo de rozar su piel, de anhelar su cuerpo, de querer comerle a besos y él permaneció a su lado, haciéndola suya cada noche, cumpliendo sus deseos, para el órdenes que cumplía con gusto.

Pero ella se volvió a romper, por última vez, esta vez fue por él, le defendió en una pelea, metiéndose en medio y la puñalada que estaba destinada a ser para él, clavo su filo en ella, él la llevó al hospital pero no llegó a tiempo, había perdido mucha sangre, poco antes de su muerte, ella agarró su mano y con lágrimas en los ojos le dijo:

-No llores por mí, yo estaré bien, todo va a salir bien, te amo.

Y entonces él la beso, ese fue su último beso y ella cerro los ojos.

Ese día una parte de él murió con ella.

Al día siguiente el chico que la había apuñalado le pidió perdón, él aún más inexpresivo que de costumbre, paso de largo y no le contestó.

Él iba todos los días a verla, y en uno de esos días le dijo:

-Ahora ya no te rompes, ya no tienes que fingir esa sonrisa, ahora eres libre, como una rosa perfecta que brota entre cenizas, ya no eres mía, apesar de que yo te siga amando como el primer día- tras decir eso, sin poder evitarlo, se echo a llorar.

El tiempo paso y una rosa germinó de ella, en aquella tierra áspera, nadie se explicó el porqué, sólo él lo sabía, ella le había escuchado, era la prueba de que ella permanecía a su lado y de que su amor sería eterno porque ambos lo sentirían hasta la muerte.

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