Solté un largo suspiro mientras las lagrimas se agrupaban en las cuencas de mis ojos, y el nudo en mi garganta se hacia un poco más grande de lo que ya era, impidiéndome forzar una sonrisa.
Ver mi departamento y sentirme forzada a dejarlo me estaba doliendo más que cualquier cosa en estos momentos.
Sentí la mano de Zayn arropar la mía y darme un leve apretón, pero no tenía ganas de sentirme reconfortada, solo quería volver a la maldita normalidad.
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––¿Quieres que me lleve todas tus cosas al departamento?
Alce la vista y mire a Zayn, quería decirle que no quería llevarme nada y quedarme aquí, pero yo más que nadie sabía que no podía hacerlo.
––¿Dónde pondrías tus cosas, entonces?––le sonreí pesadamente y moví mi silla de ruedas alrededor del departamento––mis cosas personales estarían bien para mí.
––¿Segura?––se puso en cuclillas, tomándome de las manos y besándome los nudillos––porque nada de lo que está en mi departamento es importante para mí.
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––Estaré bien, podría vender todo esto––le sonreí tiernamente, tratando de convencerlo––pero definitivamente me llevare esa lámpara.
El hombre frente a mi soltó una hermosa carcajada que me hizo mirarlo con ternura, mientras asentía tranquilamente y señalaba la lámpara para que se la llevaran.
Estaba feliz de volver a New York, porque era mi hogar y la ciudad que siempre me había visto caer y levantarme, además convencer a Zayn de que volviéramos aquí fue casi una misión imposible, pero logre hacerlo, porque era lo mejor para él.
––¿Quieres ir por un postre?––susurro risueño acariciándome los hombros.
––Voy a ponerme tan gorda, que tendrás que cambiarme esta silla en menos de dos meses––rodé los ojos, soltando una carcajada––un Tiramisú de limón por favor, señor.
––Como usted desee, señorita––me dio una sonrisa, y salimos del lugar.
***
––Es tan difícil comer un pastel en estos días––gruñí sintiéndome enfadada, mientras Zayn se reía de mi.