Capítulo 14

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Wade había permanecido a mi lado desde que habíamos regresado a la casa, no se había despegado ni un segundo. Y cuando Nikki o París entraban en la habitación, les lanzaba una mirada de advertencia. Casi de precaución.

Allí fue cuando comencé a sospechar.

Ni Arden, ni Nicholas habían dejado aparecer sus cabezas por aquí. Y no sabía si eso era buena o mala señal.

No me permitían levantarme de la cama y eso comenzaba a fastidiarme. A regañadientes Wade me permitía entrar sola al baño.

Pronto el día se haría noche y con ella caería el silencio que envuelve todas las cosas. Aún continuaba sin novedades y si alguien volvía a preguntarme si me encontraba bien, antes de que pasarán cinco minutos...

No respondía por mis actos.

Cada diez minutos comprobaba el hielo sobre la contusión de mi pierna. Y, cada media hora, aparecía Nikki para traerme uno nuevo.

Tenía el muslo congelado y el cerebro ardiendo de tanto pensar. Debía encontrar alguna forma para deshacerme de Wade, por muy mal que sonará. De otra forma, terminaría por enloquecerme.

Cada vez que Nicole golpeaba la puerta de mi habitación veía una posibilidad. Pero, mi ahora nuevo guardia, no le permitía quedarse más de cinco minutos.

Cuando intentaba alejar el tema de conversación básica, y centrarlo en algo que pudiera darme información, él la hacia marcharse.

Y, lo que mas me desconcertaba era que ella lo hacía sin chistar.

Más de una vez había intentado preguntarle a Wade sobre por qué se encontraba ahí conmigo. Pero me respondía con encogiéndose de hombros.

Frustrada, negaba con la cabeza y fingía intentar dormirme.

Hasta que deje de fingir. Eran pasadas las tres de la mañana cuándo me despertó un grito ensordecedor.

Con el corazón en la boca, me percaté que ya no tenía el hielo y estaba sola en la habitación. Ahí fue cuando todo encajó.

Si quería averiguar algo debería ser completamente sigilosa. Espere unos segundos en los que suponía estarían esperando oír si me había despertado.

Un minuto después, me puse en marcha.

Al salir al pasillo, intentaba contener la respiración lo mas que podía y mantener el ritmo de mi corazón lo mas calmado posible.

No sabía si todos se encontraban allí abajo, si que cuantos menos sonidos, mejor.

Pero mi duda encontró respuesta cuando una mano me tomo por el brazo y tiro de mi hacia una de las habitaciones.

Antes de poder alarmarme o gritar, el rostro de Nicholas apareció frente a mi.

Sin permitirme plantarle cara me cubrió la boca con una mano, y con la otra señaló su cabeza.

Por aquí no nos escucharán, porque, déjame decirte, no eres nada sigilosa.

Alce mis cejas y entrecerré los ojos. Era aún más impactante escucharlo en mi cabeza. ¿Todo el tiempo supo lo que era yo?

Pero aún, ¿todo el tiempo sabía mis pensamientos sobre él?

Me sentí inmediatamente mal.

Mi plan era averiguar qué estaba sucediendo.

Se tragó una sonrisa antes de contestar.

Tú plan.

Nicholas.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora