Capítulo 22

42 11 0
                                    

Tres puntadas y un par de vendas después, intenté colocar los pies en el suelo. Los sentía palpitar de ardor, pero podía soportarlo. Cuando la enfermera se fue, con la excusa de buscar a alguien que pudiera llevarme devuelta a mi habitación, vi mi mejor y única oportunidad.

Intentando apoyar lo menos posible mi pie izquierdo, me puse en marcha. Sabía que era cuestión de minutos antes que alguien me viera por las cámaras, y no tenía tiempo para titubear. Así que abrí la puerta, sin pensar dos veces en las consecuencias. No sabía que harían conmigo después de que me atraparan, pero estaba segura de que no iba a ser nada que no pudiera soportar.

Salí al pasillo, y no me sorprendió ver todo blanco. No sabía en qué piso estaba, no había prestado atención por culpa de Colín y este había desaparecido tan rápido como apareció.

Pero no era tiempo de preocuparme por Colín, estaba aquí por otra razón. Quería, aparte de observar y tener un plano mental del lugar, descubrir dónde es que se encuentran los demás experimentos.

Arriesgándome a ser descubierta el doble de rápido, comencé a abrir las puertas que iban apareciendo delante de mí. Al mismo tiempo que me llamaba la atención, que estas puertas no tuvieran el mismo método de cerradura que todos los que había visto anteriormente. A diferencia que el de mi habitación, estos sólo tenían un pestillo.

Lo que me hizo deducir que, a esta zona, no venía personal que no estuviera autorizado. No había nada para vigilar, así que no había métodos extremos. Por lo tanto, luego de una rápida vista alrededor, puede comprobar, para mi ventaja, que no había cámaras.

La confusión me detuvo un segundo cuando recorde que Owen habia dicho que solo en el ascensor no habia camaras, pero tenia tiempo para pensar justo ahora.

Se sintió como un chute de adrenalina, así que sin dudarlo me fui a por la primera puerta. Al darle un rápido vistazo, pude ver que era una habitación pequeña, con un espejo en el centro de una de las paredes, este la cubría casi por completo. Pero al entrar, pude distinguir que se trataba de un vidrio de visión unilateral. Y que, del otro lado, había una habitación. Como en la que había estado yo, la primera vez que estuve aquí.

Así que detrás de esto se había ocultado quien quiera que sea el que me haya hablado.

No obstante, a diferencia de la última vez que estuve en este lugar, la habitación estaba vacía. Decidida a encontrar algo y a no darme por vencida salí de aquel lugar y volví a internarme en aquel pasillo acendrado.

Continúe caminando, y cada pocos pasos siseaba en voz baja cuando puntadas de dolor escocían mis pies. Nada que no pudiera soportar, pero lo suficientemente fuertes como para detenerme por un par de segundos.

Luego de eso, intenté abrir cada puerta que pasé, pero ninguna cedía. Lo que levantó más mis sospechas, pero no podría forzar una puerta yo sola y mucho menos aquí.

Hasta que recordé mi propósito en este lugar, y lo que tendría que obtener primero antes de poder pensar en averiguar que había sucedido con mi hermana, o si estaban experimentando con otros iguales a mí. Su confianza.

Si tenía su confianza, lo tenía todo.

La confianza es la madre del descuido. Cuanto más confíen en mí, menos restricciones tendré. Se descuidarán, y ahí estará mi oportunidad.

Así que, queriendo tomar ventaja me dirigí tranquilamente hacia el ascensor para poder irme a mi habitación. Ese piso si podía recordarlo, y estaba segura de que no se me olvidaría nunca.

Entre al ascensor y presione la planta que sería mi destino, e intente que mi mente guardará en un lugar seguro y escondido, el número de piso en el que había estado recientemente.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora