Capítulo 15

48 8 0
                                    

No era para nada suave, ni delicado. Tomaba con brusquedad mi boca y, como si fuera posible, nos empujaba más cerca.

Cuando mordió y jalo mi labio inferior, imaginé que quería arrancar de mi, las últimas palabras que había dicho.

Y, en el instante que aferre mis manos a sus brazos, el hizo un camino con las suyas desde mi espalda hacia mis caderas. Luego me elevó, incitándome a envolver mis piernas a su alrededor.

Me falló la respiración cuando con uno de sus movimientos, nuestras pelvis se rozaron. Arden jadeo en mi boca y luego se fue a por mi cuello. Dejo un rastro de mordidas allí, antes de subir a mi mejilla.

Me despojó de sus manos, para ponerlas sobre la pared a un lado de mi cabeza. Respiro profundamente y luego puso su cara frente a la mía. Pasaron unos segundos, antes de que por fin, abriera sus ojos.

Aquella mirada se quedaría grabada a fuego en mi.

Pero no hablo hasta que nuestras respiraciones se regularizaron. O eso creí que iba a hacer. Pero como siempre, cuando se trataba de Arden, esperabas cosas equivocadas. Quizá eso era mi culpa, mi problema.

Esperar.

Tal vez, debería estar acostumbrada a su forma de ser. Acostumbrarme y caer en cuenta, de que, este mundo era diferente.

Así que cuando Arden salió de la habitación sin decir palabra alguna, o sin voltearme a ver, aparte de decirme interiormente que era una estúpida, me recordé; que él me lo había advertido.

Los sentimientos no iban en su mundo. Su mundo, ahora también era el mío.

Entonces, debería empezar a poner en práctica es regla.

                      ❀・°・❀

Mi abuela siempre decía que la vida esta llena de encuentros sorprendentes. Pero el que más impacto dejaba, era cuando te encontrabas a ti misma.

Y, eso, era algo que yo estaba dejando pasar.

Así que, esa mañana cuando estaba sentada junto a París, y Arden paso frente a nosotros, sin apenas dirigirme una mirada, no pude evitar pensar que no estaba siendo yo misma.

Como tampoco pude evitar que mi rostro se deformara.

Y París, vio aquello.

No espere lo que salió de su boca, como tampoco espere que me dejara tan pasmada.

--No cuenta como infierno si te gusta como quema.--había dicho.

Pero, ciertamente, nunca llegabas a quemarte si te arrebataban el fuego tan rápido. Eso es lo que él hacia. Me acercaba y me empujaba lejos. Y ahí volvía a congelarme.

Si hablábamos metafóricamente, cuando el se acercaba me dejaba una herida. Como una ampolla, que sanaba con el hielo que dejaba al alejarse.

Hasta que regresaba nuevamente, y, cada vez, se acercaba un poco más. Más seguido, más deprisa.

Y yo, no podía sanarme a tiempo para su nueva embestida.

Eso era lo que me estaba impidiendo ser yo misma. El sanarme para alguien más y no para mi. Trataba de superar todo rápidamente, para un nuevo golpe.

Porque me gustaba el dolor. O, mejor dicho, me gustaba la persona que me causaba daño.

Y, sabía que si Arden se acercaba, de alguna u otra forma iba a terminar sufriendo. Pero si no era de esta manera, y yo no fingía que no me afectaba, el no se acercaría.

Entonces, si no se acercaba, no había dolor y eso parecía una buena oferta.

Pero para mi, si no dolía, no era real.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora