Capítulo 18

40 10 0
                                    

--¿Qué debo hacer?

--¿A qué te refieres?-frunció el entrecejo.

--Cuando lleguemos, ¿qué harán conmigo?-estaba segura que él estaba esperando que le hiciera esa pregunta tarde o temprano. Pero admitiéndolo para mí misma, quería aplazar lo suficiente esa pregunta, para no arrepentirme.

--No van a lastimarte, si es lo que quieres saber.--contestó, y pude darme cuenta, que quería decir algo más. Pero no lo hizo.

--¿Cómo lo sabes?--no sabía si el gusto amargo que tenía en mi boca, era miedo o ansiedad. Pero no me gustó la sensación de un nudo formándose en mi garganta.

--Te necesitan con vida, y en buenas condiciones.--chasqueó la lengua.--Eres el mejor y único recurso para obtener lo que desean.

--¿Qué harán cuando llegué?--necesitaba saber sus movimientos para tomar precauciones.

-Eso no lo sé, pero tienes que saber que esto será un proceso largo.--volteó su rostro y fijo sus ojos en los míos--No te resistas, a nada y todo saldrá bien.

--¿Qué pasaría si lo hago?

--Cargarán contra los tuyos, encontrarán una forma de manipularte, recuerda que ya lo hicieron una vez.--redujo la marcha.--Llegamos.

Mi mirada voló bruscamente delante de nosotros y no encontré nada. Vacío por donde mirará. Estábamos parados en la mitad de una carretera desierta.

--¿A dónde?--fruncí el ceño.

--No puedes verlo si no te lo permiten, además, todo es bajo tierra.

--¿Cómo en el infierno?--las palabras escaparon de mi boca, antes de pensarlas.

--Al Jefe le gusta sentirse como en casa.--se encogió de hombros, como si fuera algo común.

Y allí recordé que, para él, sin lo era. Así había sido toda su vida. No se había despertado un día y su vida había cambiado, no tuvo la posibilidad de experimentar una vida normal. Aunque fuera sólo por unos años.

Pero, aunque quisiera preguntarle cómo había sido todo esto para él, y como se sentía al respecto, este no era el momento. Y tampoco sabía si algún día lo fuera, o si después de hoy le volvería a ver.

Ya no sabía nada.

--Lo siento.--no pude descifrar lo que quiso decir a tiempo, como tampoco pude verlo una última vez, antes de que todo se quedará negro y silencioso.

❀・°・❀

Con una bocanada de aire volví a recuperar todos mis sentidos. Y lo primero que pude pensar, era que hacía frío. Tuve que parpadear varias veces para recuperar mi visión, pero no sirvió de mucho, técnicamente no había nada para observar.

Estaba tumbada en el suelo, en lo que parecía ser una habitación blanca. Mirará el ángulo que mirará, paredes y suelo blanco era lo único que recibían mis ojos.

La habitación no podía medir más de tres metros a lo largo y ancho. Así que no tenía mucho para recorrer.

No sabía si debía levantarme, o si podía. Aunque no me dolía el cuerpo, y no sentía nada extrañó, tampoco sabía que había hecho Owen para dejarme fuera de combate.

O cuanto tiempo había estado desmayada, o siquiera como había llegado hasta aquí.

¿Estaba bajo tierra? ¿Cuántos metros?

De repente una voz inundó todo el lugar.

--Mis más sinceras disculpas por este penoso recibimiento.--dijo alegremente una voz sobre mi cabeza.--No esperábamos está sorpresa, pero no te preocupes, pronto tendrás lista tu habitación. Sin embargo, si mi informante no me está mintiendo, me asombra saber que te has entregado.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora