Capítulo 4

64 15 0
                                    

Incluso los Ángeles caen de vez en cuando.

Trascurrieron los días y mi paranoia disminuyo positivamente. Luego de que Nikki me diera la noticia de que su coche ya se encontraba reparado, me sentí mas aliviada. No dependeríamos de Nick. Nikki me prestaba el coche cuando yo necesitase y a cambio le llenaba el tanque.

No me había ocurrido ningún episodio relacionado a lo paranormal y todo marchaba sobe ruedas. Arden no había vuelto a aparecer, y con el se fueron todas las cosas extrañas.

Al menos hasta esa noche.

Me encontraba tumbada en mi cama con mi celular, cuando Megan irrumpió en mi cuarto:

--Aria, necesito que me acompañes a un sitio. Ya anocheció y no me gustaría conducir sola.--habló con voz cansada.

Se notaban las ojeras debajo de sus ojos, incluso algunas arrugas opacaban su frente. Eso me hizo sentir culpable.

Hacia días que estaba distante, apagada. Como si alguien completamente monótono estuviera ocupando su lugar, pareciese que el trabajo estaba acabando con ella. Casi ni la veía, nunca estaba en casa y cuando lo hacía estaba encerrada en su habitación.

--Claro, deja que tome un abrigo.

De un tiempo para acá habíamos perdido lo que siempre nos había hecho tan unidas. A veces pensaba que la muerte de nuestros padres le había apagado su chispa y que ella, a través de los años intentaba volver a encenderla. Pero no estaba funcionando.
Claro que a mi también me había afectado, y hasta el día de hoy es algo que se que nunca superaré. Pero sabía que Megan había compartido tiempo con ellos que yo no tuve.

Era demasiado pequeña para recordar todos los detalles, y cuando nos tocó vivir con nuestros abuelos, ellos se encargaron de no revolver mucho la herida. Casi nunca hablábamos de ellos, como si estuviera prohibido.

Pensaba que eso ayudaba en algo a Megan, pero nunca logré saberlo con exactitud. Y, cuando tuvo la edad suficiente para que un empleo le pagará una casa, nos fuimos por nuestra cuenta.

Todavía visitabamos a los abuelos, en las festividades mas que nada, el vacío se llenaba un poco mas cuando la mesa no estaba tan vacía. Pero nunca volvimos a hablar de mamá o papá.

Aquella noche el cielo se encontraba nublado, una espesa niebla apelmazaba el aire y el frío surcaba el rostro de cualquiera que se asomara fuera. Me pesaba en el pecho, como si me estrujaran el corazón.

Algo no iba bien, lo podía sentir.

Subimos al auto en un silencio ensordecedor. Que Megan actuara extraño no ayudaba a calmar mi extraña sensación, en algunos momentos la atrapaba observándome fijamente.

--¿A donde vamos?--me atreví a preguntar.

Ya llevábamos casi veinte minutos de viaje y la carretera que había tomado no la conocía. Tampoco reconocía esta zona, era tenebrosa. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza.

--Tengo que recoger unas cosas del trabajo, no falta mucho.

Me limite a asentir, y regrese mi vista hacía la carretera. Comencé a parpadear cuando mi vista se nublo, estaba agotada. Tal vez podría dormir unos minutos...

                               ❀・°・❀

--¿La has traído?--una espesa voz comenzó a arrastrarme de mi sueño.

--Si, esta allí--.esta vez, la voz de mi hermana irrumpió. 

¿Con quien hablaba?

--¿Estas segura que él no te siguió?

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora