Capítulo 12

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Tenía una idea, de eso estaba segura. Pero antes de anticiparme a tener un plan, necesitaba tener todos los recursos sobre la palma de mis manos. Aunque continuará reponiéndome de el impacto de la noche anterior, no podía quedarme de brazos cruzados. Sentía que si demoraba en ponerme en marcha, las pistas irían perdiendo su intensidad. Y necesitaba todo detalle.

Así que cuando baje las escaleras con mi celular en la oreja, escuchando como soñaba al otro lado, tenía una estrategia improvisada.

--Holden.--escuché su voz al cuarto tono.

Mi fuero interno rugió emocionado.

--Habla Aria.--me obligue a sonar amable, casi persuasivamente seductora.--De la pareja a la que le rentaste la casa ayer.

--Claro, no podría haberte olvidado.--alce las cejas ante comentario y evite a toda costa la mirada de Arden, sabía que estaría escuchando la conversación.--¿Que ocurre?

Esquive la confusión expectante en el rostro de Nikki y divague entre la sala.

Sabia que iría a por mi en el momento que finalizara esa llamada, al igual que Arden.

Pero me concentre en lo que era mas importante. Tenía que poder sonsacarle algo que nos fuera de utilidad, algo de información sobre anteriores huéspedes que me llevarán a respuestas sólidas.

--¿Podrías pasarte por aquí?--fue lo primero que se me vino a la cabeza, y no tuve tiempo para lamentarme.

Quizá era mejor si nos veíamos cara a cara. Mis recursos se agotaban por aquí y no es muy común tener una conversación casual con alguien que no conoces por teléfono. Al menos, no para mí.

--¿Algún problema con la casa?--si estaba desconcertado lo supo ocultar muy bien.

--Podría decirse.--dije, aferrándome a mi última oportunidad.

--Estaré ahí en un par de horas.--aceptó.

¡Bingo!

--Hasta luego.

Colgué.

No necesitaba voltearme para saber que Arden me perforaba la nuca. De todas formas, debíamos tener un plan. No podía simplemente comenzar a lanzarle preguntas sin contexto. Sospecharía. O en el peor de los casos huiría.

Si estaba yo sola, podría reaccionar diferente. No creo buena la idea de tres pares de ojos escrutándolo.

La presión no es buena. Pero la persuasión puede funcionar.

--Hay algo que no te he dicho.--confesé dándome la vuelta. Ahogué una exclamación cuando lo tuve a un palmo de mi rostro.

Retrocedí, mientras observaba como se cruzaba de brazos en señal que estaba esperando que hablara.

--Megan ya ha estado aquí.--murmure.--Mas exactamente, en la cabaña de al lado.

--¿Como lo sabes?--sus pupilas se dilataron y supe que se estaba anticipando a mi respuesta.

--Entramos a hurtadillas.--evite su mirada.--Y encontramos su móvil.

No le diría lo del mensaje, como tampoco le diría que estábamos investigando la posible extracción de mis recuerdos. No, al menos aún no.

Apretó la mandíbula.

--No se si debería matarte por hacer semejante estupidez, o besarte por ser malditamente estúpida.

Me trague la protesta cuando las ultimas palabras se desprendieron de sus labios y quedaron suspendidas en el aire. El espacio se redujo, mi respiración cambio el ritmo y mis piernas temblaron.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora