Capítulo 26

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Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Auden se precipito hacia afuera con una velocidad incalculable y viéndolo a él y a su reacción, me vi a mí, meses atrás. Pero a diferencia de Auden, ahora yo había comprendido cómo funcionaba todo esto, y quise decirle que corriendo no iba a alejarse de lo que eventualmente estaba destinado a ser.

Camine detrás de él, persiguiendo lo que parecía ser el rastro de un chico abrumado, y casi como un recordatorio de hacia dónde nos dirigíamos, me golpeo el hecho de que no me creía capaz de tener apetito. No con tantas preguntas golpeando cada vez con más fuerza la puerta de mi mente, exigiendo respuestas.

Necesitaba a Owen de regreso, y Auden me daría la respuesta sobre eso.

Cuando llegamos al comedor, y abrió las puertas dobles de madera, el olor a comida se me estampo en el rostro y se impregno hasta en mi cabello. Y entonces lo vi, mi mirada recorrió cada mesa del lugar, no estaba lleno, aún quedaban mesas vacías, pero había otros.

La emoción se agito en mi estómago, y desee poder reconocer que era cada uno de ellos. No obstante, lo que me desconcertó, fue que ninguno levanto la vista ni dejaron de hacer lo que estaban haciendo para mirarme.

Mas allá de que me reconocieran por ser todo lo que el infierno buscaba, esperaba que alguien levantara su mirada y me señalara por, según Auden, brillar como una lampara. Pero eso no sucedió, ninguna de las dos en realidad.

Y supe que Auden esperaba lo mismo, cuando lo vi relajar los hombros luego de un par de segundos.

Nos guió hasta una de las mesas, y por primera vez le pude agradecer algo, elogie el hecho de que no me hiciera ir a buscar comida, no estaba segura de poder soportar tener que pasar algo por mi ahora, estrecha garanta. Cuando nos sentamos, ambos permanecimos tensos, y cuando me atreví a volver a mirarlo aquella luz había desaparecido.

--Se fue.--murmure temiendo que si levantaba la voz, toda la atención estaría puesta en nosotros.

Auden levanto la mirada lentamente y cuando me dio repetidas veces un repaso, luego de parpadear por varios segundos, su rostro dejo de estar fruncido y se dejó caer sobre la silla.

--Ya no hay nada con lo que debamos tratar, olvídalo.--dijo, y vi como volvía a caer sobre su rostro la máscara.

--¿Que?--me reincorpore rápidamente.--¿No quieres saber que fue eso?

--No.--simple y claro.

--Si los demonios no tienen alma, ¿cuál es el sentido de que vean el alma de los demás? ¿un castigo retorcido? ¿cómo se supone que tu pudiste ver la mía?--dije, tratando de esconder la desesperación en mi tono, no podía dejarme en esto sola por mucho que me odiase él a mi o yo a él.--Porque eso no era el aura, no se ven de esa forma, y si no era el aura no le encuentro otro significado más que el alma.

--No quiero saberlo, dije que lo olvides.--siseó y se recargo sobre la mesa, enfrentándome.--Te estoy dando la oportunidad de dejarlo estar, porque sencillamente puedo ir y decirle al Jefe lo que me has dicho que viste. ¿Y a quien crees que van a creerle?

--Déjame decirte que por más que quieras hacer como que nunca sucedió, si lo hizo, y te digo por experiencia propia, que no vas a poder huir de lo que es para ti.--las palabras escaparon de mi boca antes de poder detenerme a pensarlas.

Sus fosas nasales se dilataron con la brusca inhalación que tomo y sus puños se volvieron blancos sobre la mesa. Pude afirmar sin duda alguna a equivocarme, que, de haber estado solos, esto se hubiera vuelto violento.

Supe que lo tenía de vuelta cuando aparto la mirada.

De pronto las puertas volvieron a abrirse y por ella entró una nube celeste con pantalones desgastados y el cabello rapado. Vaya, eso sí que era un aura.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora