Capítulo 16

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Tenía que tranquilizarme si quería que todo funcionara. No iba a poder concentrarme en la hipnosis, si estaba sudando en frío de los nervios.

Cuando baje hasta el comedor Nikki y Arden ya se habían marchado. Lo que, en cierta forma, me resultó extraño. Si habían escuchado, esperaría otra reacción de Arden. Aunque por un momento, puede adivinar su pensamiento.

Él debe poner las manos al fuego por la eficacia de Wade, y me creé una niña inútil.

Bueno, esto es por subestimarme. No tiene idea de lo escurridiza que puedo llegar a ser y lo empecinada cuando quiero algo.

Espere la señal de Colín, cuando él saliera hacia la cochera, yo iría al baño. Ahí comenzaba el cambio.

Wade no me quitaba los ojos de encima, y París, bueno, por lo menos ella disimulaba. Quería cerrarles la boca a todos, que, por una vez, vieran que no me metería en problemas. La cólera comenzaba a bullir en mi cuerpo, me enterré las uñas en la palma de la mano e inhalé hondo para calmarme.

Sentí el golpe de la puerta en el fondo. Un golpe seco, contundente.

Esa era mi señal.

Diez segundos después subí a los baños, veinte más tarde me aseguré de jalar la cadena. Cinco después abrí el grifo y me lavé la manos.

Fije mi vista en el espejo, mi reflejo me devolvía la mirada. Era ahora o nunca.

Inhale y exhale un par de veces antes de cerrar los ojos e imaginar el rostro de Nicholas. Recordé todas sus facciones y gestos. Lo visualice cubriéndome como una manta. Me asegure de sentirlo conmigo. Que su aroma se impregnar a en mí.

No volví a observarme en el espejo, no sabía que reflejo me devolvería la mirada. Abrí los ojos una vez ante la puerta.

Me olvidé de todo, sólo me concentré en no olvidar que era. Abrí la puerta y comencé a bajar las escaleras. A la mitad de mi camino, sentí que se encendía un coche.

No había marcha atrás.

Baje lo que quedaba de escalera trotando relajadamente, nunca dejando de imaginarme ser Nicholas.

Permanecí con la mirada en el suelo, no me atrevía a ver sus reacciones. Suspire de alivio cuando Wade se paró de un salto y salió por la puerta trasera, fuera de la casa.

Ahí, fue cuando por fin me atreví a levantar la mirada. París me observo por unos segundos en los cuales me quedé sin respiración.

--Cuando la traiga de vuelta, ira a por ti.--se levantó e hizo el mismo camino que había hecho Wade, pero antes de salir volvió a mirarme.--Cuida el sótano, por lo menos.

Traté de tragarme la emoción y asentí. Un minuto después, estaba sola.

¡Había funcionado!

Sin darme tiempo a recuperarme, salí disparada hacia el sótano. Al bajar, un fuerte olor que no sabría describir me golpeó de llenó.

No podía permitirme decir que era algo muriéndose, porqué nunca había experimentado una situación así. Pero estaba segura de que no estaba lejos de acertar. Eso me puso los nervios de punta. Y si fuera ese el caso, todo este plan sería en vano.

Aunque no descartaba esa posibilidad. Porque si Arden había salido detrás de algo, era porque había conseguido lo que quería.

Así qué, ¿para qué conservar lo que podía ser una carga?

Seguí mi camino dubitativa, después de diez pasos aguantando la respiración, llegué a la puerta y hasta ahí daba la luz. Con la mano sudorosa abrí como había visto a Arden hacerlo. Cuando las puertas cedieron, el olor se intensificó.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora