Capítulo 2

80 16 0
                                    

El infierno está vacío, todos los demonios están aquí.

Nikki nos abría paso a través de la multitud proporcionando codazos disimulados y leves empujones, al mismo tiempo que yo maniobraba para que mi vestido no se deslizara hacía arriba mas de la cuenta.

Al entrar, la escasa iluminación del lugar había provocado que me detuviera unos segundos hasta que mis pupilas se dilataran. El volumen de la música me hacía creer que los oídos me explotarían en cualquier momento, dificultando la comunicación.

De acuerdo con mi paranoia, se nos había facilitado demasiado el ingreso a este sitio. Solo hizo falta exponer el nombre de Nick y se nos levanto luz verde.
Me reconfortó no haberme topado con ningún rostro conocido hasta el momento. Fue allí, cuando me permití relajarme y dejar que Nikki me guiara hacia donde ella quisiese.

Luego de por fin sentarnos en la barra, me tensé cuando sentí que una mano se posaba sobre mi desnudo hombro. El aroma tan reconocido por mis fosas nasales me inundo antes de poder darme vuelta.

Nick me observaba sonriendo y muy cerca para mi agrado.

--¡Feliz cumpleaños, bonita!--giró mi cuerpo y me estrechó entre sus anchos brazos.

--Gracias Nick--.como pude le regresé el gesto.

Comenzaba a separarme cuando por el rabillo del ojo pude observar, por un instante, el destello de una niebla roja emanar de su cuerpo.

Parpadeé asustada y lo alejé. Comencé a inspeccionarlo de pies a cabeza, no obstante, me relajé cuando me di cuenta que solo se debió haber tratado de mi imaginación o de las luces del lugar. Pero una alarma centelleante pestañeaba en lo mas recóndito de mi cabeza. Amenazando con bramar.

--¿Que ocurre?--preguntó Nikki agarrándome los hombros por detrás.

--Nada, nada--.negué con la cabeza y volví a girar mi cuerpo en dirección a la barra.

No sabía porqué, pero me sentía incómoda, como si en el aire hubiera una cierta pesadez. Algo que me crispaba los nervios.

--¿Qué tal el nuevo club?--preguntó Nick, pero permití que Nikki le diera una respuesta.

--Demasiadas personas, deberían tener derecho de admisión o algo por el estilo--.dijo, acercándose a nosotros.

Si no hubiese tanto escándalo, seguramente habría hecho algún comentario sobre su actitud mezquina. Pero lo dejé pasar, sólo con pensar que seguramente no lo escucharía y tendría que repetirlo o gritarlo, se me habían quitado las ganas de abrir la boca.

--Necesito ir al baño--dije, sin esperar una respuesta giré sobre mis talones y comencé a dirigirme hacia el baño con paso apresurado.

Me abrí paso como pude entre tantos cuerpos sudorosos, y me planté al final de una interminable fila.

Genial.

Me planteé la idea de gritar que era mi cumpleaños, para poder lograr un avance más rápido pero estaba segura que no hubiese logrado inmutar a nadie.

Repiqueteando con la punta de mis tacones en un movimiento cargado de inercia, comencé a buscar una distracción para hacer más llevadero el tiempo que estaba en la fila.

A la izquierda, del lado de la barra podía ver a lo lejos como Nikki mantenía una conversación acalorada con el barman, mientras que con una mano sostenía su bebida y con la otra hacia girar entre sus dedos el sorbito, al mismo tiempo tenía su codo apoyado en el hombro de Nicholas.

Éste ya ni siquiera se detenía a prestarle atención, se había acostumbrado a la facilidad de coqueteo que poseía su hermana desde que ella aprendió a como escabullirse por la ventana de su habitación. Así que prestarle el hombro a Nicole no le impedía para nada girar su cabeza para voltear a ver chicas.

Endemoniadamente ÁngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora