Sydney Rodríguez siempre soñó con conocer a su gran ídolo desde el inicio de la adolescencia, Finn Wolfhard. Pero nunca imaginó que un viaje a Estados Unidos para celebrar su cumpleaños la llevaría a cumplir su gran sueño de conocerlo. Y tal vez, no...
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En cuanto los dos primos y tíos de Sydney se levantaron, pudieron ver a los padres de la recién llegada sentados en la sala viendo televisión y comiendo cereal.
Se saludaron entre sí para que después, los más jóvenes se encaminaran a la habitación de Sydney para darle la bienvenida, sin embargo no se le veía felíz ni emocionada de estar ahí.
Al salir del cuarto, la mayor de los dos primos se dispuso a hablar con sus tíos.
—¿Qué pasa con Syd?, se ve algo extraña—preguntó la chica.
—No lo sé, probablemente quería pasar su cumpleaños con sus amigos y familia de nuestro país—respondió la madre de la joven en cuestión.
—¿Y porqué no planeamos algo para ella mañana?, que sea un cumpleaños inolvidable—intervino su primo menor.
—Pero, ¿qué podríamos hacer?—preguntó el padre de Sydney.
—Podemos comer hamburguesas e ir a Disneyland—aportó el tío.
—Pero no es tan especial—volvió a hablar el joven del lugar.
—Hija, ¿tu amigo Bruno conoce a Michael Stewart?—habló la tía.
—Si, Michael Stewart es un agente y puede conseguir que algún artista venga al cumpleaños de Syd—respondío la chica.
—¿Podrías conseguir su número?—preguntó la madre de Sydney.
—Pero cuesta mucho dinero—advirtió la joven.
—Eso no es problema, nosotros nos encargamos—sonrió el padre de la futura chica del cumpleaños.
La chica asintió, por lo que rápidamente se comunicó con su amigo Bruno, quien le pasó el contacto del agente. Cuando lo tuvo disponible preguntó precios, le habló de la festividad en cuestión y se cerraron tratos.