𝑼𝒏 𝒅𝒊́𝒂 𝒄𝒐𝒏 𝑭𝒊𝒏𝒏 𝑾𝒐𝒍𝒇𝒉𝒂𝒓𝒅 [𝑻𝒆𝒓𝒎𝒊𝒏𝒂𝒅𝒂]

Capítulo 1

SYDNEY RODRÍGUEZ

Llegué a la escuela y no podía dejar de pensar en el mensaje de Finn.
Todo apuntaba a que vendría a verme pero no quería hacerme muchas ilusiones, así que traté de evitar pensar en eso a toda costa.

Pero fue difícil, pues no logré contenerme y le conté a mi mejor amiga lo que sucedió. Y todo empeoró después, cuando ella le contó a cinco de nuestros amigos y comenzaron a bombardearme con las típicas preguntas.

—¿En serio crees que venga?—preguntó mi mejor amiga de nombre Julieta.

—No estoy segura, pero creo que a eso se refería—respondí.

—¡Que lindo!—gritó mi amiga Lia—vendrá solo para verte.

—Imagína cómo sería sí trajera con él a todo el cast de IT y Stranger Things—comentó mi amigo Mateo.

—Estarían tus ídolos y tus amores platónicos—dijo mi amigo Roberto con emoción—. Claro, si es que también viene Jack.

—Me encantaría conocerlos, pero Finn ya no es solo mi “amor platónico”—hice comillas con mis manos—, es algo más.

—Tranquila amiga, ya verás que sí vendrá—me tranquilizó Elena.

—¿Y no crees que Finn podría hablar con nuestros artistas favoritos para también poder conocerlos?—insinuó mi amiga Miranda, quien era la única que no había hablado.

Julieta y Lia apoyaron su idea con un rostro emocionado, mientras que los otros tres chicos las miraban con molestia.

—¿Y a ustedes qué les pasa?—preguntó Julieta a los chicos.

—Es increíble que se quieran aprovechar de esto—comentó Elena con los ojos entrecerrados.

—Lo que importa es que Syd vuelva a ver a Finn—secundó Roberto.

—Egoístas—balbuceó Mateo con una tos falsa.

—Mateo, no seas malo—reproché—. Y chicas, sé que quieren conocer a sus ídolos, pero ni siquiera estoy segura sí él vendrá—dije cansada.

Me alejé estresada dejándo a mis amigos solos.

En la última clase, la secretaria escolar fue a mi salón y dijo que la directora me llamaba.

Salí del aula con algo de miedo, aunque, que yo recuerde, estos últimos días no había hecho nada malo.

Abrí la puerta de la dirección algo nerviosa y ví a la directora sentada donde se sientan las secretarias y no en su oficina.

—¿Me llamó?—hablé tímida.

—Por supuesto, señorita Rodríguez—dijo seriamente.

—Le prometo que no hice nada malo esta vez—puse cara de cachorrito inocente.

—Lo sé, pero dentro de mi oficina hay alguien que quiere verte—relajó un poco el semblante.

Me quedé extrañada pero asentí.

Estaba llena de nervios, pero aún así abrí la puerta. Me quedé en shock cuando ví lo que había tras la puerta y no pude evitar que me salieran algunas lágrimas.

Ahí estaba parado frente a mi.

Era él. Era Finn.